cado lo que te puede pasar. No se
que aconsejarte.
La muchacha suspiro mas fuerte, y viendo que me disponia a salir, me
detuvo.
--No, no me deje usted.
--?Que quieres que haga?
La Shele penso un momento, y dijo:
--iEscribale usted al senorito Juan!
--Le escribire, pero va a tardar mucho en saber la noticia. Si ha salido
de Cadiz, hasta dentro de un ano no vamos a poder tener noticias suyas.
--Entonces digale usted a la senora lo que me pasa. A ver que quiere
hacer conmigo.
La pobre muchacha me dio lastima. Se entregaba a su suerte adversa, como
un cordero que llevan al sacrificio.
III
LA VENTA DE LA TERNERA
Yo insinue varias veces, hablando con dona Celestina, despues de
comunicarle lo que le ocurria a la muchacha, que debia dar cuenta a su
hijo de lo que pasaba con la Shele; pero comprendi que era inutil y que
estando en su mano no habia de hacer nada con ese fin.
Sabia que Juan de Aguirre navegaba en la derrota de Cadiz a Filipinas,
pero ni la Shele ni yo pudimos averiguar en que barco. A pesar de todo
le escribi, y la carta no debio llegar, porque no tuve contestacion.
Mientrastanto, dona Celestina y el vicario habian decidido casar a la
Shele. Como sabes, aqui a los matrimonios que se hacen entre la gente
del campo, atendiendo solo al dinero, se llaman _la venta de la
ternera_. En el caso aquel no era la venta corriente, sino la de una res
estropeada y enferma, y habia que dar mucho dinero encima para sacarla
de casa.
--Nada, hay que llevarla de aqui cuanto antes--dijo el vicario--; que
vaya a vivir a otro pueblo o a un caserio lejano, y nadie tendra en
cuenta si la criatura ha nacido antes o despues del plazo legal.
--Si, es lo mas conveniente--anadio la senora de Aguirre--. ?A usted que
le parece, doctor?
--Yo digo lo de siempre; antes consultaria con Juan--replicaba yo.
--Juan no vendra aqui hasta dentro de cuatro o cinco anos.
--Y mientrastanto, icomo se evita el escandalo!--exclamo el vicario.
--No, no; si eso no puede ser--repuso dona Celestina--. Es perder el
tiempo hablar de Juan. Aqui lo unico es encontrar un marido y casarla.
--Creo lo mismo que dona Celestina--agrego el vicario, --Pues vamos a
ver quien nos convendria. Yo conozco a todas las familias de los
caserios ... El mozo de Olazabal esta casado, el de Olazabal Aspicua es
muy joven, el de Endoya se ha ido a Somorrostro ...
--En Iturbide hay un muchacho carbonero ...--insinuo el cura.
--Pero
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