tado los chinos
por haberles enganado. Respecto a la trata, nadie sabia nada. Si el
barco se habia dedicado a este negocio, era antes de que entraramos en
el.
El capitan se mostro tal como era, sereno y tranquilo. Llegamos al buque
ingles; nos fueron interrogando a todos, y todos contamos, poco mas o
menos, la misma historia, con los mismos detalles, haciendo lo posible
para evitar nuestra responsabilidad.
Yo me permiti abogar por el capitan y decir que era un hombre caido en
desgracia, pero honrado y justo como pocos.
La serenidad le salvo al capitan y quiza tambien nuestros informes. El
ingles, que es muy perro, no necesita muchos expedientes para ahorcar a
un capitan sospechoso de pirateria. No en balde han pirateado ellos
durante cientos de anos.
Tristan, el de la cicatriz, se manifesto rebelde y lo castigaron varias
veces. Los demas, los marineros, fuimos tratados con poca severidad,
obligados unicamente a hacer las faenas penosas.
Llegamos a Plymouth; estabamos ayudando a la maniobra del _Argonauta_,
asi se llamaba el navio ingles en que ibamos prisioneros, cuando paso un
barco frances a poca distancia. Al verlo me eche al agua sin que nadie
lo notara y pude agarrarme al ancla.
Llegue a Dunkerque y me embarque en una goleta de ciento cincuenta
toneladas, para ir a Islandia a la pesca del bacalao. Estuve una
temporada en las islas de Loffoden y vine por casualidad a Burdeos a
componer las velas, y aqui me quede; puse una cordeleria, me case y mi
comercio fue prosperando.
De la suerte de los demas ya no supe nada. Yo habia tomado el camino
derecho, y desde entonces me empezo a salir todo bien. Esta ha sido mi
historia.
* * * * *
Dejo de hablar el viejo y se me quedo mirando con sus ojos grises.
--?Quien cree usted que seria el verdadero Ugarte de los dos?--le
pregunte yo--. ?El de la cicatriz o el otro?
--El de la cicatriz, seguramente. El otro, sin duda, no quiso dar su
nombre.
Me despedi de Itchaso y me fui a mi barco.
No me cabia ninguna duda de que mi tio Aguirre habia navegado en _El
Dragon_. Lo que no comprendia era por que Ugarte le habia cedido su
nombre.
Para cerciorarme de la verdad de lo dicho por el viejo de Burdeos,
encargue al abogado de la Compania, por cuenta de la cual yo navegaba,
que se enterase en Londres de si entre las presas hechas hacia unos
treinta anos aparecia la de la ballenera de _El Dragon_.
No tardaron en encontrar lo q
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