cciones son dadas segun los consejos de un zorro viejo que
hay en Madrid.
--iOh, duque!--exclamo Biggs riendo,--no hay _sorro vieco_, no.
Y la discusion continuo sin que el banquero espanol pudiese obtener nada
del ingles, pero dejandole bastante preocupado.
Pepa Frias, vivamente agitada, hablaba aparte con Jimenez Arbos, despues
de haberse enterado, preguntando a algunos banqueros, de que los
negocios de Osorio no marchaban bien. No obstante, todos le suponian con
medios de hacer frente a sus compromisos. Su capital era grande, y,
aunque en las ultimas liquidaciones de Bolsa habia experimentado
perdidas fuertes, no creian que eran lo bastante para producir una
quiebra. Hay que advertir que ninguno de aquellos senores operaba sobre
diferencias como Osorio. Este se habia enviciado. A pesar de las
advertencias de sus amigos y companeros, no podia vencer aquella pasion
del juego, que tarde o temprano habia de conducirle a la ruina. Pepa le
observaba disimuladamente, y con la penetracion maravillosa de las
mujeres adivinaba debajo de su exterior frio, tranquilo, mucha mar de
fondo. Mientras Arbos procuraba tranquilizarla con frase correcta,
atildada (ni aun hablando a su querida prescindia de las formas
oratorias), la viuda meditaba un plan salvador. Este plan consistia en
dar la voz de alarma a Clementina y arrancarla la promesa de librar sus
fondos de la quema, si es que la habia, anclando a su propio dote.
Fiando mucho en su diplomacia y en el temperamento desprendido de su
amiga, serenose un poco. Arbos tuvo ocasion una vez mas, viendo acudir
la calma a su rostro, de penetrarse de las excepcionales dotes
persuasivas con que la providencia de Dios le habia favorecido.
Pepa tuvo animos para sentarse a jugar al tresillo con Clementina,
Pinedo y Arbos. Al cruzar el salon grande vio sentados en un rincon a su
hija y a su yerno en la actitud de dos tortolas enamoradas. Acercose a
ellos. Como no habia logrado barrer de su espiritu la preocupacion,
habloles con cierta aspereza.
--iAyer os mandabais cartitas y hoy hay que traer agua caliente para
despegaros! Por lo visto, hijos, tomais el matrimonio a turno impar....
Vamos, vamos, separaos que no esta bien aparecer tan sobones delante de
gente.
Emilio se sintio herido por aquel tono autoritario, y con las mejillas
encendidas iba a responder una descantada a su suegra; pero esta paso de
largo, entrando en la sala de tresillo. Asi y todo quedo murmurando
pestes, dicie
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