an acudido a los gritos, viendo tanta sangre y oyendo
las palabras del conde, se dispersaron. Alguno de ellos bajo al cafe a
dar parte a un inspector de policia que alli estaba el cual se presento
inmediatamente: otros corrieron a avisar a un medico. Subieron dos. La
herida era de importancia y de consecuencias, porque quedarian senales
en el rostro. Ordenaron que llevasen acto continuo a la enferma a la
casa de socorro. Alli no disponian de medios para la cura. El inspector
manifesto que se veia en la necesidad de conducir la agresora a la
prevencion y tomar el nombre de los presentes. Entonces todos
intervinieron con ruegos para que dejase a la Amparo libre,
respondiendo ellos de las consecuencias. El inspector se nego
resueltamente. Lo unico que podia hacer era conducirla al Gobierno civil
en vez de la prevencion y detener el parte al juzgado algun tiempo.
Aunque casi todos pertenecientes a familias muy distinguidas, ninguno de
los presentes era un personaje politico (con paz sea dicho de Ramoncito)
que pudiese desviar ni contener el curso de la justicia. Pero el duque
de Requena si lo era. Por eso Rafael le dijo en voz baja a la Amparo:
--Mira, chica, lo mejor que puedes hacer es pasar un aviso a Salabert.
Si no, estas perdida.
--Ya se habra acostado. ?Te encargas tu de llevarselo?
El perdulario vacilo un instante, pero al fin se decidio a prestarle
aquel servicio, contando sacar de el buen partido.
La herida fue conducida a la casa de socorro en el coche de Pepe Castro,
acompanada por Leon y un guardia. Amparo fue al Gobierno civil en su
propio carruaje, con el inspector y Manolito Davalos, que se lo pidio a
este por favor con lagrimas en los ojos. Alvaro Luna, la Conchilla,
Nati, Pepe Castro y Ramon les prometieron seguirlos inmediatamente y
acompanar a la hermosa agresora en su odisea. Pero ya a la puerta de
Fornos hubo deserciones. Alvaro declaro que le dolia un poco el brazo y
que iba a curarselo. Conchilla, como es natural, le acompano. La Nati,
con Castro y Ramon, siguieron a pie hasta el Gobierno. Una vez alli,
antes de entrar celebraron consejillo. Ramoncito presentaba algunas
dificultades. El era concejal y no podia "meterse en ruidos", maximo
cuando las relaciones del Gobernador con el Ayuntamiento venian siendo
un poco tirantes. Por su parte. Castro declaro laconicamente que todo
aquello era ridiculo. Naturalmente, siendo ridiculo ?que iba a hacer un
hombre como el alli? Ademas, anuncio que tenia
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