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ion cogiendole de la solapa dondequiera que le hallaba para explicarle su nuevo metodo de destilacion del aceite. Con su lujosa casaca y peluca blanca de caballero del siglo pasado, el joven concejal no habia ganado en dignidad. Parecia un lacayo. Hubo gran agitacion, de pronto, en los salones. Llegaban las personas reales. La muchedumbre se agolpo en las inmediaciones de la puerta. El duque, la duquesa, Clementina y Osorio bajaron la escalinata del jardin para recibirlas. La orquesta toco la Marcha Real. Los soberanos pasaron lentamente, sonriendo, por entre las apretadas filas de los invitados, deteniendose cuando veian alguna persona de su conocimiento para dirigirle una palabra afectuosa. Esta se inclinaba profundamente y les besaba la mano con emocion, que se traslucia en la cara. Particularmente las senoras se humillaban con un deleite que no eran poderosas a disimular, con un sentimiento de ternura y adoracion que las ponia rojas. Organizose poco despues el rigodon de honor. Clementina abandono su puesto para tomar parte en el. El monarca bailo con la duquesa, que hizo un esfuerzo por contentar a su marido. Una triple fila de curiosos formaban circulo viendoles bailar. Salabert triunfaba. El granuja del mercadal de Valencia traia los reyes a su casa. Sus ojos saltones, mortecinos, de hombre vicioso, brillaban con el fuego del triunfo. La explosion de la vanidad hacia volar en pedazos las inquietudes sordidas que aquel baile le habia causado, la lucha a muerte que habia sostenido con su avaricia. Manana tal vez estos pedazos se volverian a juntar para darle tormento. Pero ahora, ebrio de orgullo, aspiraba a grandes bocanadas el aire de grandeza y de fuerza que sus millones le daban. Tenia las mejillas encendidas, congestionadas por la vanidad satisfecha. --Mirad que cara resplandeciente tiene Salabert en este momento--decia Rafael Alcantara a Leon Guzman y a otros intimos que formaban grupo--. iQue felicidad respira por todos los poros! Gran ocasion para pedirle diez mil duros prestados.... --?Los daria?--pregunto uno. --Si, al siete por ciento con buena hipoteca--replico el perdis--. Mirad, mirad, ahi viene Lola Madariaga..., la mujer mas graciosa y mas remonisima que ha pisado el salon hasta ahora--anadio elevando un poco la voz para que lo oyese la interesada. Lola le envio una sonrisa de gratitud. Su marido, el mejicano de las vacas, que tambien oyo el piropo, saludo al grupo con afabilidad. Aquel
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