Dios salieron del palacio de Alcudia y se
dirigieron a sus moradas, donde les aguardaba la sopa de tortuga
humeante, el salmon con salsa mayonesa, las ricas ensaladas de col de
Bruselas y las apetitosas _bouchees de crevettes_. La oracion de
quietud, aquellas horas de union contemplativa con la Divinidad, les
habia abierto de par en par el apetito. No hay nada que vigorice el
estomago como la conviccion de tener de su parte al Omnipotente y la
esperanza fundada de que mas alla de esta vida, si hay fuego y
tormentos eternos para los pelagatos y descamisados que se atreven a
discutirle, para las familias cristianas, esto es, para las que tienen
religion y propiedad y antepasados, no puede haber mas que bienandanza,
una eternidad de salmon con mayonesa y de _crevettes a la parisienne_.
XIII
#Viaje a Riosa.#
El duque de Requena habia dado la ultima sacudida al arbol. La naranja
cayo en sus manos dorada y apetitosa. En un momento dado sus agentes de
Paris, Londres y Madrid adquirieron mas de la mitad de las acciones de
Riosa. La gerencia vino pues a sus manos, o, lo que es igual, la mina.
Algunos habian sospechado ya el juego; se resistian a vender, sobre todo
en Madrid, donde el caracter del banquero era conocido. A no apresurarse
a dar el golpe decisivo, seguramente las acciones hubieran subido. Llera
olfateo el peligro y dio la senal de avance. iQue dia mas feliz para el
asturiano aquel en que se recibieron los telegramas de Paris y Londres!
Su cara angulosa resplandecia como la de un general que acaba de ganar
una batalla. Sus largas, descomunales extremidades se movian como las
aspas de un molino, al dar cuenta del suceso a los hombres de negocios
que habia acudido a casa del duque en demanda de noticias. Fluian
sonoras, homericas carcajadas de su pecho levantado de esternon como el
de un pollo: abrazaba a los amigos hasta asfixiarlos, y cuando el duque
le dirigia alguna pregunta respondiale con cierto desden desde la altura
de su gloria. Y sin embargo, en aquel colosal negocio, el no llevaba ni
un medio por ciento. Ni una sola peseta de tantos millones de ellas como
iban a salir por la boca de la mina, vendria a caer en sus manos. iPero
que importa! Sus calculos se realizaban, aquella intriga seguida con
sigilo, con perseverancia, con maravillosa actividad y talento llego al
desenlace apetecido. Su alegria era la del artista que triunfa,
comparados con la cual todos los goces sordidos de la tierra no valen
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