daba senales de gran firmeza de caracter. Aunque incapaz
de vengarse habia tal vez en su empeno cierto deseo de terminar la
existencia con un acto de justicia. Una vida de completa sumision, sin
oponer el mas minimo obstaculo a la voluntad de su marido, a sus planes
economicos, ni a sus pasiones ilicitas, bien merecia que a la hora de la
muerte reivindicase su libertad para satisfacer los impulsos del
corazon. Osorio espiaba silenciosamente, con disimulada ansiedad, los
progresos de la enfermedad, cuyo desenlace arrastraria consigo a la vez
el termino de sus apuros. D. Carmen se desprenderia de su envoltura
carnal y el de sus acreedores. La misma Clementina, objeto predilecto de
la ternura de la angelical senora, no podia menos de gozar con la
perspectiva de tanto millon como iba a caer en sus manos. Procuraba
sofocar sus deseos, apagar la impaciencia; mas a despecho suyo un diablo
tentador hacia brincar su corazon de gozo cada vez que tal pensamiento
le acudia al cerebro.
Con astucia infernal, Salabert hacia lo posible por introducir la
desconfianza en el animo de su esposa. Unas veces de un modo solapado,
otras cinico y brutal, vertia en su alma el veneno de la sospecha.
Clementina y Osorio esperaban su muerte como agua de Mayo. iQue
desahogados quedarian cuando pagasen todas sus trampas! Y hasta otra: ia
vivir, a gozar con el dinero de la infeliz senora! Esta permanecia muda,
indignada ante las malevolas insinuaciones de su marido. Pero en su alma
entristecida y debilitada por la enfermedad, la punta de aquella acerada
flecha se revolvia causando vivos dolores que procuraba ocultar. Cada
vez que Clementina venia a visitarla, y ultimamente lo hacia dos veces
cada dia, los ojos de su madrastra se fijaban en ella con muda
interrogacion, procurando leer en los suyos las ideas que le pasaban por
el cerebro. Esta atencion anhelante embarazaba a la esposa de Osorio, le
hacia experimentar una turbacion que, aunque leve, no dejaba algunas
veces de ser visible.
A medida que la enfermedad avanzaba, este afan de D. Carmen fue
aumentando hasta convertirse en mania. Clementina representaba en la
soledad moral en que vivia el unico lazo de amor que la unia a la
tierra. Por lo mismo que su hijastra habia sido siempre fria y altanera
con todos, menos con ella, jamas habia dudado de la sinceridad de su
carino. Estaba con el satisfecha y orgullosa. Le bastaba para
compensarle de la indiferencia despreciativa que observaba en cuantos
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