pre escribiendo cartas. Hasta en sus tertulias o comidas no sabia
hablar de otra cosa. De suerte que algunos, los indiferentes, murmuraban
e iban desertando de su casa. Pero a otros logro comunicarles su fuego:
eran sus parciales apasionados y traian y llevaban cuentos y daban
consejos y prorrumpian en exclamaciones de indignacion cada vez que en
cualquier parte oian nombrar a la Amparo. Aunque Clementina, en general,
no era simpatica a la sociedad madrilena por su caracter altanero, como
al fin representaba el derecho y la moral, su causa era la popular.
Contribuyo a hacerla mas la estupidez de su enemiga, que se presentaba
en todas partes queriendo deslumbrar con su lujo, llevando a su lado
aquel viejo imbecil y degradado.
Porque el duque de Requena se desmoronaba a ojos vistas. Despues del
periodo de exaltacion y violencia en que parecia un loco furioso, vino
el aplanamiento de los nervios. Poco a poco se acercaba al completo
idiotismo. Perdio la vivacidad del espiritu y hasta la facultad de
comprender los negocios. Quedaron en manos de Llera. Esto no era malo:
pero si que la Amparo se ingiriese en ellos con autoridad, porque no
hacia mas que disparates. Se daba, sin embargo, bastante mana para
ocultar la locura de su querido. Los dias en que le veia sobrexcitado o
incoherente en sus palabras teniale encerrado. Solo cuando estaba mas
tranquilo y racional se aventuraba a salir con el en coche y procurando
que no hablase con nadie.
Mas a la postre tales precauciones resultaron inutiles. Salabert se
escapo de casa en distintas ocasiones y dio publicas senales de su
enajenacion. Una vez se le hallo a las cuatro de la manana cerca de
Carabanchel. Otra vez entro en una joyeria, y despues de ajustar algunas
alhajas sustrajo otras creyendo que no le veian. El joyero lo advirtio
perfectamente, pero no le dijo nada porque le conocia. Lo que hizo fue
enviar la cuenta de las alhajas robadas a la Amparo. Esta se apresuro a
pagarlas y vino en persona a rogarle que no divulgase el hecho.
Pronto se persuadio el publico de que, a pesar de los pareceres
encontrados de los medicos, la locura del duque era evidente. Comenzo a
susurrarse que el fallo del tribunal asi lo declararia. Dos dias antes
de que se publicase, la Amparo abandono el palacio de Requena despues de
haberlo puesto a saco. Se llevo multitud de objetos de gran valor. Su
hacienda ascendia ya a una porcion de millones. En prevision de lo que
podia suceder la habia sac
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