anana. Dos pesetas para un obrero
son lo mismo que dos mil para usted. ?No puede usted separar algo de las
dos mil? Pues ellos pueden de igual modo separar algo de las dos.
Considere usted que se trata de quince centimos, de diez ... aunque sean
cinco centimos. La cuestion es ahorrar algo. El que ahorra algo esta
salvado.
--iOh Dios mio!--exclamo por lo bajo la condesa dando un suspiro--. Lo
que yo no comprendo es como se puede vivir con dos pesetas, cuanto mas
ahorrar.
Los ingenieros les invitaron a visitar su sala de estudio y laboratorio.
En este habia un magnifico microscopio, que fue lo que les llamo la
atencion. El medico era quien mas lo manejaba por dedicarse con mucha
aficion a los trabajos de histologia. El director le invito a que
mostrase a aquellos senores algunas de sus preparaciones. Vieron una
porcion de diatomeas: las senoras se entusiasmaron con sus
caprichosisimas formas. Tambien vieron el gusano que habia concluido con
el celebre puente de Milan. No se cansaban de admirarse de que un bicho
tan pequenisimo pudiese demoler una fabrica tan inmensa.
--Calculen ustedes los millones de estos seres que habran tenido que
trabajar en la demolicion--dijo un ingeniero.
Quiroga (que asi se llamaba el medico) concluyo mostrandoles una gota de
agua. Uno por uno todos fueron contemplando el mundo invisible que
dentro de ella existe.
--Veo un animal mayor que los otros--manifesto el duque, aplicando con
afan uno de sus grandes ojos saltones al agujerito del aparato.
--Observara usted que delante de el todos los demas huyen--dijo el
medico.
--Es cierto.
--Ese animal se llama el _rotifero_. Es el tiburon de la gota de agua.
--Aguarde usted un poco.... Me parece que ahora se oculta detras de una
cosa asi como algas....
--Algas se pueden llamar en efecto. Quiza se ponga ahi para acechar una
presa.
--iSi, si! iAhora se arroja sobre otro bicho mas pequeno!... El bicho
desaparecio; sin duda se lo ha comido.
El duque levanto su rostro, radiante de satisfaccion, por haber tenido
ocasion de observar aquella tragedia curiosa.
Quiroga fijo en el sus ojos atrevidos, y dijo con su eterna sonrisa
ironica:
--Es la historia de siempre. En la gota de agua, como en el mar, como
en todas partes, el pez grande se traga al chico.
La sonrisa del duque se apago. Dirigio una mirada oblicua al medico, que
no aparto la suya fija y misteriosa, y dijo bruscamente:
--Creo, senoras, que deben ustedes ir aburr
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