y
aparecio su marido agitado y descompuesto, contemplandola con ojos de
espanto. Irenita dio un grito y se desplomo sobre el pavimento.
XII
#Matinee religiosa.#
Pocos dias despues, a las once de la manana de un viernes de Cuaresma,
el salvaje mas elegante de Madrid salia de un sueno tranquilo y profundo
con el firme proposito de casarse con la hija de Calderon. Abrio los
ojos, los paseo por los adornos hipicos que colgaban de las paredes de
su cuarto, se desperezo con elegancia, bebio un vaso de limon que tenia
sobre la mesa de noche y se preparo a levantarse. No afirmaremos que el
mencionado proposito viniese a su espiritu durante el sueno; pero es
innegable que debio de operarse en el una misteriosa labor que lo
favorecio sensiblemente. Porque en el momento de acostarse, Castro solo
pensaba vagamente en esta union provechosa. Al abrir los ojos, su
decision de lograr la mano de Esperancita por cuantos medios estuviese a
su alcance era ya irrevocable. Felicitemos, pues, de todo corazon a la
afortunada nina y sigamos atentamente al noble salvaje en la tarea de
perfeccionar la obra primorosa que la Naturaleza habia llevado a cabo al
crearle.
El criado tenia ya el bano dispuesto. Despues de dar un vistazo al
espejo para observar el semblante del dia, esto es, el suyo, cogio unas
bolas de hierro e hizo con ellas algunos movimientos. Tomo un florete y
se tiro a fondo unas cuantas veces. En seguida aplico unas docenas de
punetazos rectos sobre la almohadilla de un dinamometro. Hecho lo cual
creyo llegado el instante de meterse en el agua. Dentro de ella se
hallaba aun cuando aparecio en la habitacion, sin previo anuncio, Manolo
Davalos.
--Pepe, tengo que hablarte de una cosa muy seria--, dijo el lunatico
marques, con aparato de misterio, los ojos mas extraviados que nunca.
--Aguarda un poco: dejame salir del bano.
--Sal pronto, que corre prisa.
El marquesito se levanto de la silla donde se habia sentado y comenzo a
dar vueltas por la estancia con cierta agitacion estrambotica, a la cual
ya estaban acostumbrados sus amigos. No podia estarse quieto cinco
minutos. Si cualquiera hiciese al cabo del dia la mitad de movimientos
que el, caeria rendido antes de llegar la noche. Castro seguia sus
movimientos con ojos burlones y desdenosos. Pero estos ojos se tornaron
serios e inquietos al ver que su amigo se acercaba a la mesa de noche y
se ponia a jugar con un precioso revolver que alli tenia.
--Mira que
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