rques permanecio silencioso y comenzo a pasear de traves por el
espacioso dormitorio.
--?A quien me aconsejas que se las pida?--dijo parandose de pronto.
--A Salabert--respondio Castro sonriendo burlonamente al espejo.
Manolito se encrespo terriblemente al oirlo; sus ojos llamearon
siniestramente; se dirigio frenetico, agitando los punos, hacia Pepe,
que se volvio hacia el y dio un paso atras preparandose a rechazarle.
--iEso que me has dicho es una porqueria! iEs una infamia que merece una
estocada o un tiro! Es una cobardia porque estas en tu casa....
Y se puso a crujir los dientes y a rodar los ojos que daba espanto
verle; pero no llego a agredir a su amigo. Haciendo un esfuerzo supremo
por contenerse, desahogo su furor arrojando contra el suelo el sombrero,
de tal modo que lo destrozo. Castro quedo aturdido, hecho una estatua.
Mil veces habia bromeado con el diciendolo cosas mucho mas fuertes,
verdaderas insolencias sin que jamas se le hubiese ocurrido enfadarse. Y
ahora, por una chanza sencillisima, montaba en colera de aquel modo
extrano. Procuro calmarle con algunas palabras de disculpa: pero
Manolito no le escuchaba. Aunque desistio de la primera idea de
arrojarse sobre el, comenzo a pasear como una fiera enjaulada,
murmurando amenazas, moviendo los brazos y gesticulando vivamente. No
tardo en enternecerse, sin embargo.
--Nunca lo creyera de ti, Pepe--concluyo por decir con voz alterada--.
Nunca pense que el mayor amigo que tengo me habia de insultar, me habia
de clavar el punal hasta el pomo....
--iPero, hombre de Dios!...
--No me hables, Pepe.... Me has matado con una palabra.... Dejame
tranquilo.... Dios te perdone como yo te perdono.... Yo soy como un
conejo a quien hiere el cazador y corre a morir a su madriguera.... No
me hurgues mas.... Dejame morir en paz.
Este simil del conejo le hizo tal impresion despues de haberlo
proferido, que se dejo caer sollozando en una butaca. Al mismo tiempo le
acometio un fuerte golpe de tos, en el cual solto por la boca una
cantidad prodigiosa de rails: pero la locomotora que tenia atravesada en
la garganta, por mas esfuerzos que hizo, en manera alguna pudo
arrojarla. Castro le hizo beber una taza de tila con azahar.
Cuando el insensato marques se fue al cabo, estaba aquel terminando el
aderezo de su persona. La cual salio a la calle correcta y severamente
vestida en traje de ceremonia diurna. Almorzo en Lhardy, dio una vuelta
por _Los Salvajes_, y a la
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