--anadio con la boca llena.
--?Maria Huerta?--pregunto Clementina en tono confidencial.
--La misma--dijo entre dientes la viuda, mirando fijamente al pavo.
Luego encrespandose de pronto:--Es un bribon ?sabes? un sinvergueenza,
que no sabe siquiera guardar el decoro de su mujer. La mayor parte de
los dias la espera a la salida de San Pascual y la acompana a pie hasta
su casa. En el teatro no le quita los gemelos de encima. iUna porqueria!
Aunque sea un mal marido, que tenga dignidad. Y la panfila de mi hija,
loca, perdida por el. iHas visto que imbecil! No hace mas que llorar y
pedirle celos.... iQue mas quiere ese monigotillo que verla
humillada!... Si yo estuviera en su caso iya le diria!... Le ponia en
seguidita un armatoste en la cabeza que no cabia por esa puerta.
La exaltacion de su espiritu no le impedia engullir lindamente.
--Dios te lo pague, hija--concluyo por decir levantandose--. A ver si
este corazon se esta quieto un rato.
Pepa pretendia padecer de cierto mal de corazon que solo se le calmaba
comiendo.
Pocos minutos despues de salir ambas amigas del comedor, Clementina dio
las ordenes oportunas y el _buffet_ se abrio solemnemente. Las personas
reales entraron primero acompanadas de su servidumbre y de los amos de
la casa. Salabert habia echado el resto en la cena. El gran comedor de
techo artesonado parecia un ascua de oro. Las flores de vividos colores,
las frutas exoticas, la vajilla de plata, la cristaleria, bajo las
poderosas lamparas de gas titilaban como el cielo estrellado, producian
un fuerte deslumbramiento. Los criados con casaca y peluca blanca,
aguardaban inmoviles, pegados a la pared, tiesos y solemnes. En las dos
cabeceras del salon ardian enormes troncos de encina dentro de sendas
chimenas con retablos de roble tallado, cuyos adornos casi llegaban al
techo. Todos los manjares que estaban sobre la mesa habian venido de
Paris acompanados de una comitiva de criados y marmitones. Se exceptuaba
el pescado, que procedia del Cantabrico, y un _pudding_ llegado por la
tarde de Londres. Eran fiambres en su mayoria. No obstante, habia
_consomme_ caliente para el que lo pedia.
Las personas reales estuvieron muy cortos momentos en el comedor. Asi
que salieron precipitose en el la ola de la muchedumbre con harto poca
ceremonia. Los salones quedaron silenciosos en poder de los criados, que
con la regularidad y precision de soldados cambiaron las bujias proximas
a extinguirse por otras nuevas,
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