la estaba realmente muy linda disfrazada de dama de Luis XIV;
vestido rojo recamado de oro, y manto amarillo, tambien bordado; el
cabello empolvado, y al cuello una cinta de terciopelo negro con brincos
de plata.
Terminado el rigodon de honor, los jovenes comenzaron a bailar. Pepe
Castro vino a recoger a Esperancita, que paseaba con su intima la ultima
de Alcudia. Ambas asistian por vez primera a un baile de importancia.
Estaban alegrisimas contemplando con viva emocion el mundo bajo su
aspecto mas risueno, gorjeandose discretamente al oido sus dulces y
reconditas impresiones. Paseo un instante con ellas, hasta que un pollo
vino a invitar a Paz, y ambas parejas se lanzaron a la vez en la
corriente del baile. El mundo desaparecio para Esperancita. Un
delicioso y vago sentimiento de dicha y libertad, como el que tendria un
pajaro al volar si estuviese dotado de alma, penetro en su corazon y lo
inundo de alegria. Era tambien la primera vez que Pepe Castro le
apretaba la cintura. Sentiase arrebatada por el en medio del torbellino
de parejas y se creia sola. iElla y el!, y la musica acariciando los
oidos y el corazon, interpretando dulcemente las inefables impresiones
que palpitaban en el fondo de su alma. Al descansar unos instantes, su
rostro expresaba de tal modo intenso este divino sentimiento del primer
amor, que su tia Clementina, al cruzar del brazo del presidente del
Congreso, no pudo menos de sonreir dirigiendole una mirada mitad
carinosa, mitad burlona que la hizo enrojecer. Pepe Castro se esforzaba
por sacarle las palabras del cuerpo. Aquella noche, el exceso de la
emocion la tenia semimuda. La dicha que embargaba su alma se traducia,
como casi siempre acontece, en un sentimiento de benevolencia hacia todo
el mundo. El baile le parecia encantador. Todos los hombres eran
chistosos. Todas las mujeres estaban admirablemente vestidas. Hasta
Ramoncito, que acerto a pasar por delante, pudo recibir algunas gotas de
este rocio bienhechor.
--?No baila usted, Ramon?--le pregunto con una sonrisa tan amable, que
el ilustre concejal se sintio desfallecer de felicidad.
--Me ha entretenido el conde de Cotorraso hasta ahora.
--Pues a buscar pareja.... Mire usted: alli esta Rosa Pallares que no
baila.
El futuro estadista se apresuro a invitarla, pensando con su penetracion
caracteristica que Esperancita le daba esa pareja porque era bastante
fea. Mecido en este grato y dulcisimo pensamiento paso un rato feliz
bailando c
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