r, de recordar a Aurelia su palabra. En
cuanto a usted puede hacer lo que guste. Con los sabios no me atrevo a
insistir porque se les molesta cuando menos se piensa....
Habiendo recobrado por completo su aplomo les hablaba en un tono amable,
protector, un poco maternal. Todavia en la escalera les entretuvo unos
momentos con su conversacion desenvuelta e insinuante a la vez y les
reitero con gracia todos sus ofrecimientos. No consintio que Raimundo la
acompanase. Se fue sola dejando una estela perfumada que este aspiro con
mas placer que su hermana. Porque Aurelia luego que cerraron la puerta
guardo silencio. A las frases de elogio que Raimundo tributo
calurosamente a la dama, asintio en un tono laconico que le apago los
fuegos.
Hay que confesarlo. La impresion primera de adoracion filial que
Clementina inspiro al joven entomologo se habia ido desvaneciendo poco a
poco o, por mejor decir, confundiendo con otra inclinacion menos santa,
aunque guardando algo de ella. Como en todos los hombres alejados del
trato de mujeres, dedicados exclusivamente al estudio, la vision del
sexo y el reconocimiento de la ley divina del amor fueron vivos e
intensos. Al dia siguiente de la visita de Clementina ya queria que
Aurelia se la pagase, manifestando por supuesto tal deseo timidamente y
con palabras embozadas. Pero su hermana le demostro la conveniencia de
aguardar algun tiempo y el se resigno. Al fin se realizo la visita.
Aurelia paso una tarde en el _boudoir_ de la senora de Osorio. Raimundo,
despues de muchas vacilaciones, no se atrevio a ir con ella.
A los tres o cuatro dias se presento de nuevo Clementina en casa de los
jovenes a convidarles para ir por la noche al Real. Fue un verdadero
apuro para ellos. Raimundo no tenia frac, Aurelia no poseia tampoco un
guardarropa muy provisto. Sin embargo, fueron. Un pariente presto al
joven su frac: Aurelia se puso los mejores trapitos del armario. Al dia
siguiente Raimundo se encargo un traje de etiqueta en la mejor sastreria
de Madrid. No solo hizo esto, sino que tambien, sin dar parte a su
hermana, fue a la contaduria del teatro Real y tomo un abono de butaca
cerca de la platea de Osorio, en el mismo turno.
La intimidad crecio pronto entre ellos, gracias a los esfuerzos de
Raimundo. Porque su hermana, aunque elogiaba tambien la amabilidad de su
nueva amiga, oponia una resistencia sorda y pasiva a frecuentar su
trato. Por mas que hacia no lograba borrar de su espiritu la manera
e
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