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ras en los sitios que frecuentaba, seres cortados por un patron, sin espontaneidad alguna, con los mismos vicios, las mismas vanidades y hasta los mismos chistes. Raimundo se apartaba de ellos, no solo por su posicion modesta y retirada, no solo por su ilustracion y talento, sino tambien, particularmente, por su caracter. iQue alma tan adorable la de aquel chico! iQue inocencia, que sensibilidad, que delicadeza y que fuerza para amar al mismo tiempo! Acostumbrada a la monotonia de los Pepes Castro, cada nueva fase psicologica, cada sacudimiento de entusiasmo, cada desmayo o alegria o pena que sucesivamente advertia en su enamorado doncel le producian una grata sorpresa. Escrutaba su espiritu, se metia dentro de el con afanosa curiosidad y a la vez con apasionado carino. Le confesaba, le hacia narrar y describir cien veces sus sentimientos, sus recuerdos, sus propositos y sus esperanzas. A veces le acometian dudas sobre aquel extrano amor. --?Pero de veras estas enamorado? ?No consideras que soy una vieja?... ?que puedo ser tu madre? Raimundo respondia siempre con alguna caricia apasionada, con una humeda mirada donde se leia el infinito de su pasion. Desde el primer dia, Clementina le habia tuteado a solas, acostumbrada a aquellas transiciones y conciertos secretos de mujer galante, que ahora favorecia la diferencia de edad. Raimundo no podia acostumbrarse a darla el tu. Hacia esfuerzos por conseguirlo; pero a lo mejor volvia al usted y seguia la platica tratandola de este modo, hasta que la dama se irritaba y le reprendia asperamente. "No; por mas que lo negase, el la consideraba como una vieja. En todo se estaba echando de ver. Si continuaba de este modo perderia con el la confianza". Sin embargo, Clementina estaba equivocada en este punto. No tenia bastante penetracion y delicadeza para comprender que el amor en Raimundo era, como en todos los seres verdaderamente sensibles, adoracion extatica mas que deseo, esclavitud voluntaria, un enajenamiento de su propia vida para mejor vivir en la soberana de su corazon. Hay que hacerse cargo, ademas, de que hasta entonces no habia experimentado jamas tal sentimiento. Alejado de la sociedad de las mujeres y sin echarlas de menos, quiza porque dentro de su casa tenia lo mas grande y exquisito que ellas pueden dar, el carino tierno, vigilante, la dulzura en la palabra, la abnegacion en todos los momentos: dedicado en absoluto al estudio y a su magnifica coleccion de maripo
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