o andan los negocios de tu
marido?
Fue un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precision, tenia
noticias de las perdidas de Osorio, de su creciente y febril afan de
jugar. El mismo, en una explicacion que con ella tuvo, la habia
amedrentado para arrancarle la firma. Ademas le veia cada dia mas
delgado y mas sombrio. Pero aunque se preocupaba un instante de estas
cosas, el tren complicado de su vida de mujer elegante, ayudado por el
deseo de no pensar en asuntos enfadosos, se las apartaban pronto de la
memoria. Nunca se le paso por la imaginacion que tales perdidas pudiesen
afectar seriamente a sus comodidades, a su ostentacion, ni aun a sus
caprichos. La conducta de Osorio, que nada le habia dicho de restringir
los gastos, daba pretexto a perseverar en esta creencia. Pero el gusano
permanecia vivo alla en el fondo. No habia mas que hostigarle como hizo
Pepa, para que royese lindamente.
--?Los negocios de mi marido?--dijo balbuciendo, como si no
entendiese--. Yo nunca me entero ... ni le pregunto.
--Pues me han dicho que ha tenido grandes perdidas en estos ultimos
tiempos....
--Alla el--exclamo la dama reponiendose y alzando los hombros con
supremo desden.
--Es que a ti tambien te puede chamuscar el pelo, hija mia. ?Tienes
asegurada tu dote?
--No se lo que es eso.... ?No te he dicho que no entiendo de negocios?
--Pues en este asunto debieras procurar enterarte.
--Pues yo te digo que no me preocupa nada y te ruego que hablemos de
otra cosa.
Clementina se mostraba mas altanera y desdenosa cuanta mas insistencia
veia en Pepa. Su orgullo, siempre alerta, le hacia suponer que esta
habia preparado aquella conferencia para mortificarla.
--Es que ... querida mia, debo advertirte que tu marido no especula
solamente con su capital--dijo la viuda picada ya.
--iAh! iYa parecio aquello! Vamos, tu tienes algunos ochavos en poder de
Osorio y temes perderlos, ?verdad?--dijo Clementina con sonrisa
sarcastica, reprimiendo su colera con trabajo.
Pepa se puso palida. Una ola de ira le subio tambien del corazon a los
labios. Estuvo a punto de echarlo todo a rodar y ponerse a renir como
una verdulera, para lo cual tenia dotes especialisimas; pero un
pensamiento interesado, un pensamiento de conservacion la contuvo. Si
rompia con su amiga, si la irritaba, las probabilidades de salvar su
capital disminuian. Comprendio que el mejor partido era no excitar su
naturaleza indomita, esperar que la amistad o su
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