terciaba en la conversacion. Feliz con sentir el
traje de Amparo rozando con sus piernas, echandole de vez en cuando
miradas intensas de apasionado deseo, acudiendo a servirla con solicitud
de esclavo medroso, se apretaba a veces mas de la cuenta contra su
idolo, acometido de rabiosa pasion. Cuando esto sucedia, el idolo le
arrimaba por debajo de la mesa crueles taconazos y pellizcos que le
volvian a la razon. Fuera de esto se mostraba amable con el, le trataba
como a un nino, le daba bocaditos del plato en que ella comia y le hacia
mimos cogiendole la barba con la punta de los dedos. Pero el pobre,
antes de terminar la cena, se vio acometido de un golpe de tos; se puso
rojo; queria echar, con grandes esfuerzos de su cuerpo, algo que no
acababa de salir. Este algo era nada menos que una sarta de rails de
ferrocarril que al loco marques se le antojaba que tenia dentro del
cuerpo. Los demas, que sabian de esta alucinacion, sonreian con
expresion de lastima y burla. Rafael Alcantara exclamo cinicamente:
--iDale, dale, que es lagarto!
El pobre Manolo se volvio hacia el, sudoroso, encendido, y le dijo con
acento de reproche:
--Si tu te encontrases como yo, no te reirias, Rafael.
--iTiene razon, tiene razon!--exclamo la Amparo indignada--.Vaya una
gracia, burlarse de un amigo enfermo.
Y para indemnizarle de aquel agravio le ayudo a sentarse en un divan, le
limpio el sudor con su panuelo y le dio unos cuantos besos. Luego vino a
sentarse de nuevo y siguio devorando lo que le ponian delante. Llego el
turno a los boquerones preparados expresamente para ella. Era uno de los
gustos plebeyos que conservaba. Tantos engullo, que excito la admiracion
y la risa de los comensales. Socorro dijo, sin embargo, por lo bajo a su
querido, "que daba asco verla comer". Creia de buen tono padecer de
dispepsia y comer poco. Amparo remojaba los bocados con tantos y tan
formidables sorbos de _borgona_, que dejaba siempre la copa temblando.
Comia y bebia como un labrador en dia de boda, y hacia gala de ello.
Ramoncito no se hallaba en disposicion de experimentar los goces de la
nutricion animal. Dijo que habia tomado chocolate en casa de Osorio;
pero no era cierto. Lo que habia tomado era veneno, con los obsequios
que su amigo, el conde de Agreda, tributo por mas de una hora a
Esperanza.
--Oye, feo, ?por que no comes?--le dijo Amparo volviendose de repente
hacia el--. ?Es verdad que la chiquilla de Calderon no te hace caso? Te
doy la
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