mismo orgullo la
impulsasen a la generosidad. Hizo un esfuerzo para reprimir sus impetus
ante la mirada altiva y provocativa de su amiga y dijo con abatimiento:
--Pues si, Clementina, te lo confieso. Tu marido tiene en su poder lo
poco que poseo. Si lo pierdo me quedo sin una peseta. No se que sera de
mi.... Antes que depender de mi yerno, prefiero pedir limosna.
--Pedir limosna, no. Te traere a casa para acompanarme en lugar de
Pascuala--dijo con desden la dama, en quien la soberbia aun no se habia
apaciguado.
Pepa sintio mas este flechazo que el anterior, pero logro contenerse
tambien.
--Vamos, chica--dijo volviendo a cogerla por las munecas
carinosamente--, no me eches a la cara los millones. Si he venido a
aburrirte con estas cosas, es porque te tengo por mi mejor amiga. Ya se
yo que se exagera mucho, y que la envidia anda suelta por el mundo. La
mayor parte de lo que cuentan de las perdidas de Osorio, probablemente
no sera verdad....
--Y si lo fuese, la cosa tiene poca importancia para mi. Figurate que
hoy mismo me ha dicho mi madrastra que me deja por heredera de toda su
fortuna.
Pepa abrio los ojos con sorpresa.
--?La duquesa? iOh, pues no son mas que cincuenta millones de pesetas!
Creo que la pobre esta muy enferma....
--Bastante.
La soberbia se sobreponia en aquel instante a todo sentimiento
afectuoso en el corazon de Clementina. Pronuncio aquel bastante en un
tono que daba frio.
Las dos amigas, al cabo de unos minutos, se entendian perfectamente.
Pepa, afectando siempre desenfado, adulaba de todos los modos posibles a
su amiga, como hermosa, como rica, como elegante. Clementina se dejaba
adular, respiraba con delicia aquel tufillo de incienso. En cambio
prometia que ni un centimo perderia Pepa de su capital.
Bajaron la escalera cogidas por la cintura, charlando como cotorras. Al
llegar a la puerta del salon, antes de soltarse se dieron un apretado y
carinoso beso. Ninguna de las dos penso que lo que las tenia enlazadas
no eran sus propios brazos, sino los de un cadaver: el cadaver de una
santa y generosa senora.
VIII
#Cena en Fornos.#
Al salir del hotel de Osorio, Pepe Castro y Ramoncito se metieron en la
berlina que esperaba al primero y se trasladaron a Fornos. Les costo
trabajo desembarazarse de Cobo Ramirez, que habia olido algo de cena y
deseaba ser de la partida. Ramon dio un codazo a Castro para manifestar
que no le veria con gusto en ella. Este, a quien tampoco
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