o para engordar
y poner terso y brillante el cutis. Lola Madariaga era la primera vez
que lo oia y se mostraba llena de jubilo, y anunciaba que iba
inmediatamente a ensayar la virtud milagrosa del veneno.
--iDios mio, Lolita!--exclamo Fuentes--. Si usted, como es ahora, causa
tales estragos en los corazones masculinos, ique va a suceder cuando
lleve cuatro o cinco meses con un regimen de arsenico! Senor
Ballesteros, no consienta usted que lo tome: es tratarnos con demasiada
crueldad.
--Vamos, amigo Fuentes--repuso la graciosa morena dirigiendo una mirada
insinuante a Castro, porque se le habia metido en la cabeza arrancarsele
a Clementina--?me quiere usted tomar el pelo?
--iTomaj el pelo!... ?Que es que tomaj el pelo?--pregunto la baronesa de
Rag a Osorio.
A esta baronesa la estaba desvistiendo con la imaginacion Bonifacio,
contemplandola desde lejos sin pestanear. Hacia dias que habia comprado
entre otras fotografias obscenas la de una mujer desnuda meciendose en
una hamaca. Se le antojaba que la baronesa se parecia mucho a aquella
mujer, y trataba de averiguar, por medio de un prolijo examen exterior,
si interiormente guardaria la misma semejanza.
Termino al fin la comida no sin dedicar, por supuesto, un buen rato de
conversacion al teatro Real, a Gayarre y a la Tosti. No la hubieran
digerido bien si les faltase. El cafe, como era costumbre en casa de
Osorio, se sirvio en el mismo comedor. Luego, las senoras con algunos
hombres se fueron al salon. Otros se quedaron fumando, pero no tardaron
en ir a reunirse con los demas. Hacia alli un calor insufrible.
Pepe Castro aprovecho la confusion de la salida para preguntar a
Clementina:
--?Como no has ido esta manana?
Clementina detuvo el paso, le miro con sonrisa protectora.
--?Esta manana?... No se.
--?Como no sabes?--dijo frunciendo su augusta frente el real mozo.
--No se; no se--y dio un paso para alejarse sin dejar de sonreir con
leve matiz de burla.
--?Y manana iras?
--Veremos--respondio alejandose.
Castro sintio aquella sonrisa como un golpe en medio del pecho. Se
mordio el labio inferior y murmuro:--?Coqueteamos, eh? iYa me la
pagaras, hermosa!
En el salon habia ya algunas personas, entre ellas Ramon Maldonado y la
hija de Pepa Frias con su marido. En otro saloncito contiguo estaban
preparadas hasta seis mesas de tresillo. Algunos se sentaron desde luego
a jugar. Otros esperaron a que llegasen los companeros de costumbre. No
tardaro
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