e la mesa. Hacia poco tiempo que estaba en Espana
y apetecia con ansiedad conocer el castellano. Clementina y el baron
hablaban en frances. Pepa Frias, que estaba entre Pepe Castro y Jimenez
Arbos, le dijo al primero por lo bajo:
--?Que le parece a usted de la _jeta_ del marido de Lola? ?verdad que
para gaucho no es del todo mala?
Castro sonrio con la superioridad que le caracterizaba.
--Si, debio de haber _lazado_ muchas vacas en la pampa.
--Hasta que al fin una vaca le _lazo_ a el.
--Pero no fue en la pampa.
--Ya se: en los jardinillos: no me diga usted nada.
El general Patino, fiel a su naturaleza y a su tradicion militar, se
desplego en guerrilla para atacar a la marquesa de Ujo, que tenia al
lado.
--Marquesa, las perlas le sientan admirablemente. Un cutis suave y
levemente bronceado como el de usted, donde se transparenta toda la
savia y todo el fuego del mediodia, exige el adorno oriental por
excelencia.
--Usted tan lisonjero como siempre, general. Me pongo las perlas porque
es lo mejor que tengo. Su tuviese unas esmeraldas tan hermosas como
Clementina, dejaria las perlas en sus estuches--respondio la dama,
mostrando al sonreir unos dientes bastante desvencijados donde brillaba
en algunos puntos el oro del dentista.
--Haria usted mal. Las mujeres hermosas estan en la obligacion de
ponerse lo que les va mejor. Dios quiere que sus obras maestras se
manifiesten en todo su esplendor. Las esmeraldas sientan bien a las
linfaticas; pero usted es como la uva de Jerez, doradita por fuera y
guardando en el corazon un licor que marea y embriaga.
--iSi dijera usted como una pasa!
--iOh, no, marquesa! ioh, no!...
Y el general rechazo con fuego la especie y empleo toda su elocuencia en
desbaratarla como si tuviese delante un ejercito enemigo.
Mientras tanto los criados comenzaban a dar vuelta a la mesa presentando
los platos. Otros, con la botella en la mano, murmuraban al oido de los
invitados: _Sauterne, Jerez, Margaux_, en un tono cavernoso semejante al
que emplean los cartujos para recordarse mutuamente la muerte.
--Yo no bebo mas que _champagne frappe_ hasta el fin--dijo Pepa Frias al
que tenia detras.
--iCuanto calor, Pepa, cuanto calor!--exclamo Castro.
--No lo sabe usted bien--repuso la viuda con entonacion maliciosa.
--Por desgracia.
--O por fortuna. ?Esta usted ya cansado de Clementina?
Fuentes no se encontraba bien con aquel cuchicheo. Le dolia desperdiciar
su ingenio en
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