hubiera sido una mujer muy perversa.... Temo que el dia en que usted me
falte lo sea. Los unicos momentos en que siento un poco de blandura en
el corazon son los que paso a su lado. Parece, mama, como si usted me
transmitiera algo de esa virtud tan grande que tiene....
--Basta, basta, aduladora--dijo D. Carmen poniendole otra vez la mano
en la boca--. Tu te tienes por peor de lo que eres. Tu corazon es bueno.
Lo que te hace parecer mala alguna vez es el orgullo iel orgullito! ?no
es verdad?
--Si, mama, si, es cierto.... Usted no sabe lo que es el orgullo y los
tormentos que proporciona a quien lo siente tan vivo como yo. Estar
pensando constantemente en que nos hieren. Ver enemigos en todas partes.
Sentir una mirada como la hoja de un punal en el corazon. Escuchar una
palabra y darle un millon de vueltas en la cabeza hasta marearse y
ponerse enferma. Vivir con el corazon ulcerado, con el alma
inquieta.... iOh, cuantas veces he envidiado a las personas virtuosas y
humildes como usted! iQue feliz seria yo si no llevase a cuestas este
caracter triste y receloso, esta soberbia que me consume!... iY quien
sabe--anadio despues de una pausa--, quien sabe si hubiera sido mas
dichosa en otra esfera! Tal vez si fuera una pobre y me hubiera casado
con un joven modesto, trabajador, inteligente, seria mejor mi suerte.
Obligada a ayudar a mi marido, a cuidar de la hacienda, a pensar en los
pormenores de la casa como las demas mujeres que trabajan y luchan, no
hubiera quiza llegado adonde llegue.... Yo necesitaba un marido
afectuoso, dulce, un hombre de talento que supiese dirigirme.... Hoy
mismo, mama, acostumbrada como estoy al lujo y a la vida de sociedad, me
retiraria con gusto de ella, me iria a vivir a un rinconcito alegre,
alla en el campo, lejos de Madrid. No me haria falta mas que un poco de
amor y tenerla a usted a mi lado para inspirarme buenos sentimientos.
El espiritu de Clementina, gratamente impresionado por la nineria de la
calle de Serrano, por aquella inocente aventura de colegiala, se
inclinaba a los sentimientos idilicos. La buena D. Carmen la escuchaba
y la animaba con sonrisa carinosa. Las confidencias de la hermosa dama
se prolongaron largo rato. Recordaba sus tiempos de nina, cuando contaba
a su madrastra las declaraciones de amor que le habian hecho en el baile
de la noche anterior y le leia los billetitos que le remitian sus
adoradores. Aquel retorno a los tiempos pasados la hacia feliz. Tentada
estuvo
|