idas. Procure usted
enterarse y se convencera de que quien tiene motivo a quejarse, son las
pobres criadas a quienes las asiladas tratan groseramente....
El medico se habia ido exaltando al pronunciar estas palabras con acento
de sinceridad. La duquesa sonrio dulcemente.
--Lo creo, lo creo, Iradier.... Las viejas solemos ser muy
impertinentes....
--iOh, senora, eso es segun!...
--Por regla general lo somos.... Pero esta impertinencia ya es por si
una enfermedad y debe excitar compasion en los que no padecen de ella. A
usted no necesito recomendarsela, porque tiene un corazon muy
caritativo. A los que no lo tengan tan bondadoso supliqueles usted, en
mi nombre, la suavidad con las pobrecitas asiladas.
--Se hara, senora, se hara--respondio el medico, sanado por la singular
dulzura de la fundadora--. El jueves la esperamos a usted ?verdad?
--No se si esta fatiga lo permitira.
--Si, si, se lo garantizo yo.
Y comprendiendo que estaba ya de mas, el joven corto la conferencia,
estrechando con afecto y respeto que se le traslucia en los ojos, la
mano de la duquesa, y saludando ceremoniosamente a Clementina.
Luego que salio, esta, que habia estado contemplando con emocion
reprimida el semblante descompuesto de su madrastra, conmovida por la
bondad que respiraban todas sus palabras, se levanto del asiento y fue a
arrodillarse delante de ella. Apoderose de sus manos blancas y
descarnadas y las beso con efusivo transporte de carino. Esta mujer tan
altanera con todo el mundo, sentia un goce especial, semejante al de los
misticos, en humillarse ante su madrastra. La voz de esta removia como
un conjuro magico las debiles chispas de bondad y de ternura que ardian
en su corazon y les prestaba por un instante el aspecto de incendio. D.
Carmen le quito suavemente el sombrero, lo puso en un sillon contiguo y
se inclino para besarla amorosamente en la frente.
--Hace cuatro dias justos que no has venido a verme, picara.
--Ayer no he podido, mama. Pase casi todo el dia arreglando mis cuentas,
haciendo numeros. iOh, que horribles numeros!
--?Y por que los haces? ?No esta ahi tu marido?
--Pues, precisamente, por miedo a mi marido los hago. ?Usted no sabe que
se ha vuelto un miserable, un tacano, lo mismo que su cunado?
D. Carmen sabia que los negocios de Osorio no andaban muy bien, que
recientemente habia experimentado fuertes perdidas en la Bolsa: pero no
se atrevio a decir nada a su hija.
--iPobre hija mia! iOc
|