cama temprano--manifesto Esperancita con mal humor.
La madre la miro con sus ojos grandes, apagados.
--Tengo la garganta irritada, nina.
--iQue casualidad!--exclamo esta en tonillo ironico--. No te he oido eso
hasta ahora.
--Si es que tu tienes ganas de ir--repuso Mariana acabando de
adivinarlo--, que te lleve tu papa.
--Bien sabes que papa, no saliendo tu, no quiere salir.
El tono de Esperancita revelaba despecho. Por los ojos de Ramoncito paso
un relampago de alegria legitima y dirigio una mirada de triunfo a su
amigo Pepe. La nina mostraba deseos de ir desde que supo que el
asistiria tambien.
La conversacion comenzo a rodar sobre lugares comunes, deteniendose con
predileccion en el mas comun de todos en la corte, o sea sobre los
artistas del teatro Real. Se hablo de la belleza de la Tosti. Ramoncito,
enternecido por el triunfo que acababa de obtener, quiso negarsela;
maldijo de las mujeres altas, y sobre todo de las rubias. A el no le
gustaban mas que los tipos morenitos, carirredondos, de mediana estatura
y de ojos negros (en fin, el de Esperancita; no le faltaba mas que
nombrarla). Su amigo Pepe, alarmado por este desahogo que daba al traste
con todos los planes de asedio en que habian convenido, le hizo una
porcion de guinos disimulados hasta que consiguio traerlo al buen
camino. Pero lo hizo tal mal, esto es, comenzo a contradecirse de un
modo tan lamentable, que las senoras se lo hicieron notar en seguida. Se
aturdio y se hizo un lio, del cual no hubiera podido salir sin un capote
que muy a tiempo le echo su amigo y maestro. Para reparar un poco la
torpeza se puso a contarles lo que habia pasado el dia anterior en el
Ayuntamiento, con tales pormenores, que Mariana no tardo en bostezar
como una bendita que era, y D. Esperanza se enfrasco en su bordado y
dio senales de estar pensando en cosas muy distintas. Esperancita
termino por hacer una sena a Castro para que se acercase. Este obedecio
trasladandose a una sillita cerca de la de ella.
--Oiga, Pepe--le dijo la nina en voz baja y temblorosa--. Hace poco le
he visto a usted ponerse serio conmigo. No se si habre dicho algo que le
pudiera molestar. Si fue asi, perdoneme.
--No se a que alude usted. A mi no puede molestarme nada de lo que me
diga una nina tan linda y tan simpatica como usted--manifesto el joven
con su bella sonrisa de sultan.
--Me alegro de que haya sido unicamente aprension.... Muchas gracias por
las flores, si es que usted las
|