ra dar comienzo
digno a la gran serie de desaires de todas clases con que pensaba
atormentar a su adorada, acomodaronse en sendas sillas. Pepe al lado de
Mariana; Ramon junto a D. Esperanza. Antes de hacerlo, el joven
concejal tuvo ya un momento de debilidad. Viendo a Esperancita algo
apartada de su madre y abuela, penso que era propicia ocasion para
mantener con ella conversacion secreta, y vacilo en llevar alla su
silla. Una mirada expresiva de Castro le hizo volver en su acuerdo.
--Buenos ojos le vean a usted, Pepe--dijo Esperancita clavando los
suyos, risuenos y nada feos, en el famoso salvaje.
--Preciosos son los que le estan viendo ahora--se apresuro a decir
Ramoncito.
Castro, antes de responder, le volvio a mirar severamente. El concejal,
aturdido, dijo para amenguar un poco su torpeza:
--Porque esta es la familia de los ojos bonitos.
--Gracias, Ramon. Ya empieza usted a ser falso como todos los
politicos--manifesto Mariana.
--iSiempre justiciero, Mariana!--exclamo aquel, rojo de placer, oyendose
llamar hombre publico.
--?Cuantos dias hace que no he estado aqui?--pregunto Castro a la nina.
--Lo menos quince.... Vera usted: ha estado la ultima vez, un lunes....
Estaba aqui Pacita.... Hoy es sabado.... Trece dias justos.
Nunca habia tenido tan presentes los dias en que Maldonado visitaba la
casa. Castro acogio esta prueba de interes con indiferencia.
--Pense que no hacia tantos dias.... iComo se pasa el tiempo! anadio
profundamente.
--iClaro! A usted se le pasa volando, lejos de nosotros.
El joven sonrio bondadosamente y pidio permiso para encender un cigarro.
Despues dijo:
--No; aun se me pasa mas de prisa al lado de ustedes.
--?Mas que en casa de tia Clementina?--pregunto la nina en un tono
inocente que hacia dudar de su intencion.
Castro se puso serio y la miro fijamente. Sus relaciones con la hija de
Salabert se habian mantenido hasta entonces bastante secretas. El que se
descubriesen en casa de la hermana del marido, le inquieto. Esperancita
se puso como una cereza bajo la penetrante mirada del joven.
--Lo mismo--concluyo por decir con frialdad--. Todos son buenos amigos.
--?Va usted hoy a casa de mi cunada?--dijo Mariana sin advertir lo que
pasaba.
--Iremos Ramon y yo: ?no es sabado hoy? ?Y ustedes?
--Yo no tengo gana de recepcion. Hace unos dias que me encuentro un poco
molesta de la garganta.
--No digas que estas enferma, mama. Di que te gusta mas meterte en la
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