an monstruoso de la soberbia. Cuando Osorio tuvo
conocimiento de la resolucion de su ex novia, se enfurecio atrozmente;
declaro con arrogancia que antes que pasar por tal humillacion le
harian cachos. No se volvio, pues, a hablar del asunto. Siguieron las
cosas como antes. Mas como a pesar de sus rabiosos esfuerzos el gusano
del apetito le roia cada vez con mas crueldad las entranas, el misero,
al cabo de dos meses, cayo en gran abatimiento. Sintiose desfallecer de
amor y de deseo. No tuvo fuerzas para alejarse de Madrid. Volvio a rogar
a su hermana que otra vez entablase las negociaciones. Clementina, que
estaba bien penetrada ya de que le tenia en su poder, se mostro
inflexible. O pasar por aquellas singulares horcas caudinas, o nada.
Y Osorio paso. ?Que habia de hacer? Efectuose la extrana ceremonia una
tarde en casa de la novia. Al llegar a ella Osorio se encontro con unas
veinte personas del sexo femenino, que Clementina habia elegido entre
las conocidas mas envidiosas, las que mas habian murmurado con motivo de
su ruptura. Adopto la mejor actitud para semejante caso. Grave, solemne,
suelto de lengua y ademanes, dejando traslucir un poco de ironia, como
si estuviese representando una comedia por satisfacer la fantasia de una
enferma. Dijo algunas palabras previamente acerca de la historia de sus
relaciones. Reconociose culpable. Elogio desmesuradamente a Clementina,
con tan poca medida, que en ocasiones parecia estar burlando. Se confeso
indigno de aspirar a su mano. Por fin manifesto que siendo ella tan
digna de ser adorada y tan grande la ventura de poseer su mano, no creia
hacer nada de mas pidiendola de rodillas a sus padres. Al propio tiempo
doblo una. D. Carmen vino a levantarle riendo y le abrazo con efusion.
Clementina tambien le dio un apreton de manos, mas alegre al ver lo bien
y dignamente que salia del paso, que satisfecha en su orgullo. La verdad
es que en aquella ocasion sintio hacia el lo que nunca mas volvio a
sentir, una migaja de amor. Si hubo humillacion en semejante escena
resulto para ella, por la frescura y el aplomo desdenoso con que su
novio la llevo a termino. Pero no importa. La mujer goza mas viva y mas
intimamente observando la superioridad del hombre que humillandole.
Clementina fue feliz aquella tarde.
Pero si Osorio salio bien del paso, no le perdono jamas la intencion de
humillarle; porque era tan orgulloso como ella. La pasion frenetica que
le habia inspirado sofoco por algun tiem
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