el credito, lo hacen jugar en casi todas sus
relaciones con el sastre, el casero, el constructor de coches, el
importador de caballos, el joyero, etc., sin mencionar aqui otras
grandes operaciones de la misma clase que de vez en cuando realizan con
algun banquero o propietario. Gracias, pues, a este inapreciable
elemento economico, se habia hecho casi innecesario, entre los socios
del club, el numerario, reemplazandolo dichosamente por otro medio
enteramente abstracto y espiritual, la palabra; la palabra oral o
escrita. Vivian, gastaban lo mismo que sus colegas y modelos de Londres,
sin libras esterlinas, ni chelines, ni pesetas, ni nada.
Es evidente, pues, la superioridad del club espanol sobre el ingles en
este respecto. Tambien lo es en cuanto a la franqueza y cordialidad con
que los socios se tratan entre si. Poco a poco se habian ido alejando de
las formas correctas, ceremoniosas, que caracterizan a los graves
_gentlemen_ de la Gran Bretana, dando a su trato cada vez mas color
local, acercandolo en lo posible al de nuestros pintorescos barrios de
Lavapies y Maravillas. El medio, la raza y el momento son elementos de
los cuales no se puede prescindir, lo mismo en la politica que en las
sociedades de recreo.
El club empieza a animarse siempre despues de las doce de la noche,
llega a su periodo algido a las tres de la madrugada, y desde esta hora
comienza a descender. A las cinco o seis de la manana se retiran todos
santamente en busca de reposo. Durante el dia suele verse poco
concurrido. Solo dos o tres docenas de socios van por las tardes, antes
del paseo, a culotear sus boquillas. Embotados aun por el sueno, hablan
poco. Les hace falta la excitacion de la noche para que muestren en todo
su esplendor sus facultades nativas. Estas parecen concentradas en la
nobilisima tarea de poner la boquilla de un hermoso color de caramelo.
Si los objetos de arte han sido en otro tiempo objetos utiles, si el
Arte arrastra consigo la idea de inutilidad como algunos afirman, hay
que confesar que los socios del _Club de los Salvajes_, en materia de
boquillas obran como verdaderos artistas. Hacenlas venir de Paris y de
Londres; traen grabadas las iniciales de sus duenos y encima la
correspondiente corona de conde o marques si el fumador lo es;
guardanlas en preciosos estuches, y cuando llega el caso de sacarlas
para fumar lo realizan con tales cuidados y precauciones, que en
realidad se convierten en objetos molestos mas que util
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