cual profesaba
marcada predileccion el joven concejal. Siempre que hablaba de
Esperancita brotaba de sus labios tres o cuatro veces, como si
necesariamente fuera asociada a sus amores.
Pepe Castro sintio un malestar indecible: guino su ojo izquierdo
infinitas veces. En realidad, nunca le habia gustado anticipar ideas
sobre los acontecimientos futuros. Era mas caballista que profeta. Pero
en este caso le repugnaba doblemente porque nada halagueeno podia
anunciar a su amigo y admirador. Sacole del compromiso la aparicion de
una joven hermosa y elegantemente vestida que venia al encuentro de
ellos por la acera del Principal.
--Aqui esta la Amparo--dijo con la gravedad displicente y desdenosa que
Ramoncito admiraba.
La querida de Salabert se acerco a ellos sonriente, saludandoles con
efusion, particularmente a Pepe Castro. Este le apreto la mano sin
perder de su gravedad ni separar la boquilla de los dientes, lo mismo
que a un camarada a quien se acaba de ver en el cafe.
--?Adonde vais, granujas?
--Pues a casa de Calderon a pasar un rato.
--Venid conmigo. Voy a comprar un joyero. Me ayudareis a elegirlo ... y
me lo pagareis.
Hablaba en tono alegre y afectuoso: no parecia la misma criatura
desabrida y mal humorada que hemos visto en su hotelito del barrio de
Monasterio. Sin duda, todo el mal humor lo reservaba para Salabert.
--iEsto es bueno!--exclamo Castro dignandose sonreir levemente--. ?Nos
pides joyas a nosotros cuando tienes en tu casa el bolsillo de Salabert?
Mete la mano en el, tonta.
--Ya lo hago, hijo. Descuida.
--Pues bien podias proteger un poco al pobre Manolo, que anda a oscuras
hace tiempo.
--iPobrecillo! ?Pero de veras anda tan mal de guita? Yo crei que solo
era de la cabeza.
--Eso es: riete despues que le has desplumado.
--Oye, nino: yo no le he desplumado, por una razon muy sencilla: cuando
vino a mi poder ya no tenia plumas--dijo la Amparo poniendose seria.
--No es verdad eso. Manolo ha gastado contigo mas de cuarenta mil duros.
--iEche usted duros! Asi me lucia a mi el pelo cuando le puse a la
puerta. Si tardo un poco mas en hacerlo, voy a San Bernardino a la
_grand Dumond_.
--Bien, pues no los ha gastado. ?A mi que?--repuso el gallardo Pepe
alzando los hombros--. ?Quieres venir a cenar hoy con nosotros a Fornos?
--?Con quien?
--Con este y conmigo. Invitaremos tambien a Leon y a Rafael para que
lleven a Nati y Socorro. ?Tienes inconveniente en que vaya Manolo?
|