gran satisfaccion cada vez que viene a
visitarme un acreedor, porque es la prueba de que soy un buen hijo, de
que cumplo la ultima voluntad de mi padre.
Los salvajes de los dos grupos le miraron con curiosidad, sonriendo.
--?Como es eso, Rafael?--pregunto Pepe Castro.
--Habeis de saber que mi padre se murio diciendome: "iEl deber, hijo!
iel deber! iAnte todo el deber!"... Fueron sus ultimas palabras. Yo,
cumpliendo con este sagrado consejo, procuro deber todo lo posible.
Hizo gracia a sus companeros este rasgo cinico; lo celebraron con
algazara. Rafael, sustrayendose modestamente a sus aplausos, se acerco a
Davalos, y pasandole una mano por encima del hombro le dijo, bajando la
voz aunque no tanto que no pudiesen oirle los amigos:
--Pues si, Manolito, no es broma. Yo me casaria con mi tia. ?Que se
pierde con ello? Es una vieja.... iMejor! Asi se morira mas pronto. Pero
en cuanto te cases entras a manejar su fortuna y no tienes necesidad de
aguardar los anos que a ella se le antoje vivir. A ti lo que te hace
falta como a mi es _guita_. Desenganate; si la tuvieramos nos pondriamos
mas gordos que Cobo Ramirez.... Ademas, en cuanto seas rico, le birlas
la Amparo a Salabert, ?no comprendes?
El marquesito levanto la vista hacia su amigo abriendo mucho los ojos,
donde se reflejaba la duda de si hablaba en serio o en broma. No
advirtiendo en el rostro imperturbable de Alcantara senal de burla,
comenzo a enternecerse. Hablo de su antigua querida con tal entusiasmo y
veneracion que haria reir a cualquiera. El proyecto ya no le parecio tan
insensato. Se entretuvo en pensarlo largamente y estudiarlo por todas
sus fases. Mientras tanto Rafael le escuchaba con afectada atencion,
animandole a proseguir con signos y frases de afirmacion. Nadie pensaria
que se estaba mofando de el, a no ser porque de vez en cuando,
aprovechando los instantes en que el tocado marques miraba a la punta de
sus botas buscando alguna frase bastante expresiva para ponderar su
amor, hacia guinos maliciosos a los amigos que los contemplaban con
curiosidad burlona.
Abriose la mampara del salon. Aparecio Alvaro Luna. Los salvajes le
acogieron con exclamaciones de afecto y burla.
--iBravo, bravo! Aqui esta el reo en capilla.
--Mirad que cara trae.
--iComo que esta al borde de la tumba!
El recien llegado sonrio vagamente y tendio una mirada escrutadora por
el salon. Alvaro Luna, conde de Soto, era hombre de treinta y ocho a
cuarenta anos, de
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