ojo con furia el cigarro, que en el era signo de gravisima
preocupacion. Amparo, viendole tan excitado, se rindio a la evidencia, y
preocupada tambien por el caso le dijo:
--Quiza no te la hayan robado. Puede ser que la perdieses.... ?Donde has
estado?
--?Crees tu que alguna vez se hayan perdido once mil duros?--repuso en
tono amargo parandose frente a ella--. Es decir, se pierden, si; pero
otros los encuentran antes de llegar al suelo.
Acabando de decir esto, quedo repentinamente suspenso, como si brillase
una luz salvadora en su cerebro. Miro con ojos escrutadores por algunos
instantes a su querida, y haciendo un esfuerzo por sonreir, dijo,
tornando a sentarse al lado de ella:
--iPero que animal soy! iVaya una bromita salada, y que bien que te
habras reido de mi!
--?Que dices?--pregunto la Amparo estupefacta.
--iVenga esa cartera, picaruela! Venga esa cartera.
Y el duque, riendo sincera o fingidamente, la echo un brazo al cuello y
comenzo por un lado y por otro a manosearla como buscando el sitio donde
tuviera oculto el dinero.
Dando una fuerte sacudida la joven se desprendio de sus brazos y se
levanto:
--Oye, tu.... ?Me tomas por una ladrona?--exclamo enfurecida.
--No, sino por una guasoncilla. ?Te has querido reir de mi, verdad?
La joven replico con energia que el guason era el y que bastaba de
bromas, que no estaba dispuesta a tolerarlas en esa materia. El duque
insistio todavia; pero viendo la indignacion real de su querida y no
teniendo dato alguno para suponer que fuese ella quien le sustrajo la
cartera, recogio velas. En cuanto perdio esta esperanza, su rostro se
nublo de nuevo. Aunque dio satisfacciones a Amparo, no fueron estas muy
calurosas. Quedabale, en el fondo, la duda. Bien lo echo de ver ella,
por lo que siguio enojada. Concluyo por decirle:
--Mira, lo mejor que puedes hacer es irte a almorzar. No quiero mas
historias.... iAh! y no dejes de traerme esta noche guita, que me esta
haciendo mucha falta.... A no ser que prefieras que te mande a casa las
cuentas....
Salio el duque echando pestes del coruscante hotelito. Como por las
inmediaciones no habia coches y no queria utilizar el de su querida, por
mas que el lo pagara, encaminose a pie hacia su casa. Cayo en ella como
una bomba, no de polvora o dinamita, porque no entraban en su
temperamento los procedimientos fragorosos, sino de acido sulfurico o
sublimado corrosivo que se extendio por toda ella molestando y
requemando a
|