unas groserias a la
senora que tenia presente. Esta se sintio fuertemente picada; pero no
oso mostrarlo porque el dolor del joven y la sinceridad con que hablaba
le impusieron respeto. Lo que hizo fue cambiar de conversacion, echando
una mirada de curiosidad por el despacho.
--Parece que se dedica usted a coleccionar mariposas.
--Si, senora; desde nino. He logrado reunir una cantidad de especies
bastante respetable. Las tengo muy lindas y curiosas. Mire usted.
Clementina se acerco a uno de los armarios. Raimundo se apresuro a
abrirlo y le puso en la mano un carton donde estaban fijadas algunas
lindisimas de vivos y brillantes colores.
--En efecto, son bonitas y originales. ?Que utilidad saca usted de
coleccionarlas? ?Las vende usted?
--No, senora--repuso sonriendo el joven--. Es con un fin puramente
cientifico.
--iAh!
Y le echo una rapida mirada de curiosidad. Clementina no simpatizaba
mucho con los hombres de ciencia, pero le infundian cierto vago respeto
mezclado de temor, como seres extranos a quienes una parte del mundo
concede superioridad.
--?Es usted naturalista?--le pregunto despues.
--Estudio para serlo. Mi padre lo ha sido....
Mientras le mostraba su preciosa coleccion con el gozo especial no
exento de desden con que los sabios ensenan sus trabajos a los profanos,
le fue enterando de su vida sencilla. Al llegar a la enfermedad de su
madre volvio a conmoverse y las lagrimas a brotar a sus ojos. Clementina
le escuchaba con atencion, recorriendo con la vista los cartones que le
ponia delante, dejando escapar algunas palabras, ora de elogio a los
matizados insectos, bien de compasion cuando Raimundo llego a
describirle la muerte de su madre. Afectaba desembarazo, distraccion. No
lograba, sin embargo disipar la confusion en que la ponia el extrano
paso que habia dado, la situacion anomala en que se hallaba. Salio de
ella bruscamente, como hacia siempre las cosas. Se puso seria y tendio
la mano al joven, diciendole:
--Mil gracias por su amabilidad, senor Alcazar. Me voy, celebrando mucho
que no haya sido el objeto de su persecucion el que yo sospechaba.... De
todos modos, sin embargo, le ruego no continue en ella.... Ya ve usted;
soy casada, y cualquiera podria pensar que yo la aliento o doy algun
motivo....
--Pierda usted cuidado, senora. Desde el momento en que a usted le
molesta me guardare de seguirla. Perdoneme usted en gracia del
motivo--respondio el joven apretandole la mano con na
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