garganta mejor modelada, ni un seno mejor puesto,
mas delicado, mas atractivo. El deseo vanidoso de mostrarlo, no
contenido por la vigilancia saludable de una madre, le hizo incurrir en
mas de una ocasion en las censuras de la sociedad. Porque la infeliz D.
Carmen, a mas de no hallarse muy al tanto de los usos sociales, era tan
debil con los caprichos y fantasias de su hijastra, que los tomaba sin
inconveniente por actos razonables, por expresion de su gusto
indiscutible y su elegancia. Algun disgusto le proporciono tal vanidad.
En cierta ocasion, al presentarse en noche de baile en casa de Alcudia,
la marquesa le dijo al saludarla:
--Muy linda, muy linda, Clementina. Esta usted admirablemente
vestida.... Pero me parece que la han descotado mucho.... Venga usted
conmigo, ya arreglaremos eso.
Y la llevo a su tocador y con maternal solicitud le puso en el pecho
unos cefiros que ocultaron lo que en realidad no debia mostrarse. La
joven procuro disimular su vergueenza achacando la falta a la modista. No
obstante se sintio tan humillada por aquella leccion y por la sonrisa
compasiva que la acompano, que nunca mas pudo ver desde entonces a la
devota marquesa.
Con este soplar incesante y adecuado, la llama de Osorio tomaba cada vez
mas incremento. Ya no era poderoso por mas tiempo a guardarla en el
pecho. Al cabo se confio a su hermana, que era amiga bastante intima de
la joven. Rogola que tantease el terreno a ver si podia avanzar de nuevo
el pie sin peligro de precipitarse. Mariana dio el recado. Clementina
escucholo con mal refrenada alegria y le metio los dedos en la boca
hasta que la panfila senora de Calderon desembucho lo que tenia dentro y
pudo convencerse de que Tomas ardia en amores por ella. Cuando se
cercioro bien, respondio con palabras ambiguas y riendo: "Lo pensaria,
lo pensaria.... Estaba muy agraviada por lo que se habia dicho de la
ruptura de sus relaciones.... Pero en fin, no le quitaba por completo
las esperanzas".
Se puso a meditar con atencion sobre el medio de satisfacer las
exigencias de su amor propio herido, y al cabo de algunos dias formulo a
Mariana la siguiente proposicion: "Para que consintiese en dar su mano a
Tomas, era indispensable que este la pidiese de rodillas a sus padres
delante de los testigos que ella elegiria a su gusto". A ninguna
espanola de pura raza se le hubiera ocurrido semejante extravagancia.
Precisa llevar en las venas sangre britanica para concebir un
refinamiento t
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