uz en el espiritu del
joven. Despues de confesada, Isabel siguio lo mismo, lo cual contribuyo
a mantener su ilusion. Levantabase, corria a la mesa, paseaba del brazo
de Raimundo por la sala y pasaba la mayor parte del dia en una butaca.
Estaba, sin embargo, tan demacrada, que los que la veian a intervalos
largos quedaban sorprendidos. Lejos de perder con esto la belleza,
parece que se habia aumentado. Su tez era mas fina y transparente; los
ojos mas brillantes.
Una manana dijo que no tenia deseos de levantarse. Raimundo se sento al
lado del lecho y se puso a leerla una novela. Al cabo de un rato le
dijo:
--Estoy mal a gusto. Incorporame un poco, que no tengo fuerzas yo.
Fue a hacerlo y en el mismo instante su madre dejo caer la cabeza hacia
un lado y se quedo muerta, sin un suspiro, sin una contraccion que
acusase dolor, como un pajaro, segun la expresiva imagen del vulgo.
El grito desgarrador del joven atrajo a la gente de casa. Sacaronle de
ella unos parientes y le llevaron a la suya, lo mismo que a su hermana.
En el estado de estupor en que quedo, les fue facil conducirlo adonde
les plugo. Aquella tarde fueron unos amigos a verle. Le hallaron
relativamente animado. No dejo de sorprenderles un poco, porque sabian
el frenetico carino que profesaba a su madre. Hablo de su ciencia con
ellos, y hablo largo rato, expresandose con verbosidad en el inusitada.
Por donde vinieron a sospechar que estaba bajo una fuerte excitacion.
Esta sospecha se confirmo al oirle proponerles jugar al tresillo.
Cumplieron su gusto, pero al poco rato el joven comenzo a desvariar
tristemente.
--Oyes, mama, ?que te parece de este juego?--dijo llamando a una senora
que alli estaba.
Los circunstantes se miraron unos a otros aterrados y compadecidos. Y
desde entonces no hizo ni dijo ya cosa con cosa. Su exaltacion fue
creciendo; empezo a reir de modo tan extemporaneo, que nadie dudo que
aquello terminaria por una fuerte explosion nerviosa. En efecto, cuando
menos se esperaba, alzose repentinamente de la silla, corrio al balcon,
lo abrio, y si no le hubieran sujetado a tiempo se hubiera precipitado a
la calle. Al fin cayo con un fuerte ataque del que por fortuna salio
pronto. Despues vino el aplanamiento que le obligo a guardar cama tres o
cuatro dias. Por ultimo, el tiempo fue ejerciendo su operacion sedante.
A los quince dias estaba bueno, aunque bajo el peso de un abatimiento
grande que en vano lucharon sus parientes y amigos por aliv
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