as que dijo para que le oyese bien:
--iEs claro! soy un puerco porque no quiero mantener senoritos
hambrientos. iQue los mantengan las viejas que los utilizan!
Despues de proferida esta ferocidad quedo satisfecho al parecer, porque
en sus labios se dibujo una sonrisa de triunfo y sarcasmo.
Cinco minutos despues ambos esposos estaban en el comedor riendo y
bromeando con los tres o cuatro convidados que tenian.
IV
#Como alentaba a la virtud el senor duque de Requena.#
A ver, a ver, explica eso.
--Senor duque, el negocio es clarisimo. Hoy he hablado con Regnault. La
mina puede producir, cambiando los hornos, construyendo algunas vias y
estableciendo maquinaria a proposito, una mitad mas de lo que
actualmente rinde. Puede llegar a producir sesenta mil frascos de
azogue. El dinero necesario para lograr esto no pasa de ciento a ciento
cincuenta mil duros.
--Me parece mucho.
--?Mucho, para un resultado como ese?
--No; me parecen muchos frascos.
--Pues a mi no me cabe duda de que es verdad lo que dice Regnault. Es un
ingeniero inteligente y practico. Seis anos ha estado explotando las de
California. Ademas, el ingeniero ingles que ha ido con el asegura lo
mismo.
Los que asi hablaban eran el duque de Requena y su secretario, primer
dependiente o como quiera llamarse, pues en la casa no habia apelativo
designado para el. Llamabasele simplemente Llera. Era un mozo asturiano,
alto, huesudo, de rostro palido y anguloso, brazos y piernas
larguisimos, grandes manos y pies, brusco y desgarbado de ademanes y con
unos ojos grandes de mirar franco y sincero donde brillaba la voluntad y
la inteligencia. Era un trabajador infatigable, asombroso. No se sabia a
que horas comia ni dormia. Cuando llegaba a las ocho de la manana al
escritorio, ya traia hecha la tarea de cualquier hombre en todo el dia.
A las doce de la noche aun se le podia ver muchas veces con la pluma en
la mano en su despacho. Con ese don especial para conocer a los hombres,
que poseen todos los que han de lograr exito feliz en el mundo, Salabert
penetro, al poco tiempo de tenerle por infimo escribiente, el caracter
y la inteligencia de Llera. Y sin darle gran consideracion en
apariencia, porque esto no entraba jamas en su proceder, se la dio de
hecho acumulando sobre el los trabajos de mas importancia. En poco
tiempo llego a ser el hombre de confianza del celebre especulador, el
alma de la casa. Su laboriosidad humillaba a todos los demas e
|