antos parientes, algunas familias conocidas.
Por su parte, tampoco habia hecho nada por ensanchar este circulo. Ya
hemos dicho que no habia estrechado amistad intima con ninguno de sus
condiscipulos. Menos habia procurado la entrada en los casinos,
tertulias y saraos de la corte. Su adolescencia y los dias que llevaba
de juventud se habian deslizado serenos en el seno del hogar,
estudiando y coleccionando mariposas. Conocia la vida por los libros. La
naturaleza le habia dotado, no obstante, de un claro y simpatico
ingenio, de facil palabra y de cierta dignidad de modales que suplia
bastante bien a esa elegancia y distincion que el roce continuado con la
espuma de la sociedad engendra.
Entro en la sala tranquilo ya y aun con una vaga predisposicion a la
hostilidad que el estrambotico paso de aquella senora le infundia.
Hizole una profunda reverencia. La situacion era tan extrana, que
Clementina, a pesar de su orgullo, su experiencia, su desenfado, y hasta
bien puede decirse su desgarro, se encontro repentinamente cohibida.
Tuvo necesidad de hacer un esfuerzo para adquirir brio.
--Aqui me tiene usted--le dijo en tono agrio que resulto inoportuno y
descortes.
--Usted me dira a que debo el honor de esta visita--repuso Raimundo con
voz un poco temblorosa.
--Pues.... (la dama vacilo unos instantes) lo debe usted al honor que
me hace siguiendome hace dos meses como una sombra chinesca a todas
partes. ?Le parece a usted agradable traer un espantajo detras en cuanto
una sale a la calle? Ha conseguido usted ponerme nerviosa. Para no
enfermar como el lego de los _Madgyares_, he dado el paso ridiculo de
subir hasta aqui a rogarle que cese en su persecucion. Si usted tiene
que decirme algo interesante, digamelo de una vez y concluyamos.
Fueron estas palabras pronunciadas arrebatadamente, como quien se
encuentra en una situacion falsa y quiere salir de ella exagerando el
enojo. Raimundo la miro lleno de asombro, cosa que molesto a Clementina
y aun mas la precipito.
--Senora, siento en el alma haberla ofendido.... Estaba muy lejos de mi
animo.... iSi usted supiera los sentimientos que en mi despierta su
figura!... (balbucio con trabajo).
Clementina le atajo diciendo:
--Si usted va a declararme su amor, puede ahorrarse la molestia. Soy
casada ... y aunque no lo fuese seria lo mismo.
--No, senora, no voy a hacerle una declaracion--repuso el joven
entomologo sonriendo--. Voy a explicarle a usted mi persecucion.
Compr
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