les siempre del lado de los intereses materiales, habia
llegado a formarse tan triste idea de ellos, que resultaba monstruosa y
le expuso a serios percances. Quiza lo que veia en los otros no era mas
que el reflejo de su propia imagen como nos sucede a todos los humanos.
Para el no habia hombre ni mujer incorruptibles. Un poco mas caras o un
poco mas baratas las conciencias, todas estaban a la venta. En los
ultimos anos el soborno llego a ser en el una mania. Si tropezaba con
personas que no se dejaban comprar, nunca imaginaba que lo hacian de
buena fe, sino porque se estimaban en mayor precio del que ofrecia. Era
una de las tareas mas pesadas de Llera arrancarle de la cabeza los
proyectos de soborno cuando recaian en hombres que sin duda habian de
rechazarlos con indignacion. Si tenia un pleito, lo primero que pensaba
era cuanto dinero iban a costarle los magistrados que habian de
fallarlo. Si estaba interesado en un expediente gubernativo, separaba
_in mente_ la cantidad que debia destinar al ministro o al subsecretario
o a los consejeros de Estado. Desgraciadamente este lapiz negro que
tenia siempre en la mano para tiznar el rostro de la humanidad, se
empleaba con resultado positivo en bastantes ocasiones.
El duque de Requena ni tenia sentido moral ni nunca lo habia conocido.
Su vida de granuja anonimo en Valencia, estaba senalada por una serie de
travesuras y manas chistosas, por una fecundidad tan grande en trazas
para sacar al projimo su dinero, que lo hicieron digno emulo del
_Lazarillo de Tormes, El picaro Guzman de Alfarache_ y otros heroes
famosos de la novela espanola. Por cierto que antes de ir adelante
conviene expresar que un grupo de socios del Ateneo habia puesto a
Salabert el sobrenombre de _El picaro Guzman_ con que le conocian. Pero
este apodo no salio del circulo de amigos. Mejor exito tuvo una frase
del presidente del Consejo de Ministros explicando las iniciales del
duque. Decia que a estas iniciales A.S. debia ponerseles signo de
admiracion para que dijeran: _iA Ese!_
Contabase con visos de verosimilitud que en Cuba, adonde habia ido a
buscar fortuna, compro un tabernucho en los arrabales de la Habana, con
todo su mobiliario, incluyendo en el una negra destinada a su servicio.
Esta negra, durante los anos que tuvo aquel comercio, fue su criada, su
ama de gobierno, su dependiente y su concubina. De ella tuvo varios
hijos. Cuando hubo ahorrado algunos miles de duros para restituirse a
Espana, liq
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