olbasto,
aunque este versificador sublime, cuando sufre algun apuro pecuniario o
desea un empleo para alguna amiga suya, no tiene inconveniente en
declarar a gritos que Momaren es mil veces superior. Yo di a leer al
Padre de les Maestros las poesias inglesas que encontre en su cuaderno
de bolsillo. Las traduje a nuestro idioma, y creo que no resultan mal.
Si lo dudase, me hubiese convencido anteanoche de que la traduccion es
buena viendo el entusiasmo con que acogio su lectura el inmenso publico
de mi conferencia.
Ahora, gentleman, en justa reciprocidad, espero que usted se dignara
leer otra traduccion que he hecho de las poesias de mi eminente jefe
pasandolas del idioma nacional al ingles.
En vista de la conformidad del gigante, el catedratico fue hasta el
borde de la mesa dando ordenes a gritos, y los atletas que maniobraban
la grua para subir los alimentos pusieron en actividad otra vez el plato
que servia de ascensor. Una vez llegado este arriba, seis de los hombres
forzudos cargaron con un libro del mismo tamano que el cuaderno empleado
por Gillespie para sus notas.
Tenia el volumen unas tapas multicolores, cubiertas de diversas piezas
de cuero formando mosaico. Sus hojas eran de triple pergamino, y las
traducciones de Flimnap habian sido trazadas con brochas gordas, dando a
cada letra el tamano de la cabeza de un habitante del pais.
Gillespie, poniendose la rodaja de cristal sobre uno de sus ojos, empezo
a leer. Los atletas sostenian abierto el libro con visible esfuerzo,
pues resultaba este trabajo una empresa digna de su vigor. Mientras
tanto, Flimnap iba pasando las hojas y daba explicaciones para que su
amigo no tuviese la menor duda sobre el texto.
--?Que le parecen estos versos, gentleman?--pregunto cuando estaban ya
en la mitad del volumen.
Hizo Gillespie un gesto evasivo. Machas de las imagenes del poeta no
podia comprenderlas, aun despues de las aclaraciones del traductor.
Otras le parecian extravagantes, y tuvo que hacer esfuerzos para no
saludarlas con una carcajada. Pero temiendo molestar al buen Flimnap, se
apresuro a decir:
--Me parecen excelentes. Lo unico que me extrana es ver en la mayor
parte da estos versos algo asi como una decepcion amorosa, una
melancolia de pasion sin esperanza. iQuien hubiese creido que el
respetable Padre de los Maestros fuera capaz de tan frivolos
sentimientos!...
El profesor sonrio levemente.
--Ha acertado usted, gentleman. El ilustre Momaren ha sido
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