a-Ra anadio:
--Pero aunque yo permanezca sin hacer nada, no por esto descansan mis
companeros. Hay entre nosotros hombres de ciencia que se dedican a
peligrosos estudios; jovenes abnegados que visitan los barrios populares
para hablar a los embrutecidos siervos que ayudan con sus musculos a
esta sociedad y conseguir que despierte en sus confusas inteligencias el
orgullo del sexo. Contamos, ademas, con varones respetables y de gran
talento que organizan silenciosamente las fuerzas de una rebelion
futura.
Gillespie quedo asombrado por estas revelaciones.
--Comprendo, amigo Ra-Ra, que le busquen con tanto ahinco las senoras
del Consejo secreto. Resulta usted mas terrible de lo que parece con su
tunica y sus velos de mujer. Ya le veo siendo llevado a morir en un
penon, sin agua y sin comida, cerca de la gran barrera de los dioses, si
es que yo no le oculto antes en uno de mis bolsillos. Pero ?por que se
muestran ustedes tan adversarios del gobierno femenil?... Segun dice el
profesor Flimnap, ya no hay guerras ni puede haberlas; las mujeres
administran la fortuna publica con economia; no se nota la miseria ni la
mortalidad de otros tiempos; tampoco hay gobernantes ladrones. ?Que mas
pueden desear los hombres?...
Ra-Ra, cediendo a sus habitos de propagandista, se puso de pie sobre la
mano del gigante para hablar con un ardor de tribuno.
--Queremos la libertad; queremos una vida interesante; la embriaguez del
peligro; en una palabra, la gloria.
Deseo ser justo con mis enemigos y reconozco como verdad todo lo dicho
por el profesor. Las mujeres administran bien, su gobierno es el de una
buena duena de casa que toma con exactitud la cuenta a su cocinera. Las
gentes tal vez comen mejor y viven mas tranquilas que en otras epocas;
ya no hay guerras.... Estamos de acuerdo.
Pero el mundo se aburre de un modo mortal. No ocurre nada, nadie suena,
nadie aspira a cosas imposibles, nadie comete imprudencias. La vida se
extiende ante los ojos como un inmenso campo de plantas alimenticias, en
el que no hay una flor que resulte inutil ni un pajaro que deje de ser
comestible.
Nosotros queremos que el mundo vuelva a su antigua existencia. La vida
es monotona sin aventuras, sin heroes, y no vale la pena de ser vivida
si le falta el condimento del peligro. La amenaza de una muerte
inmediata da mayor sabor a los deleites presentes. Queremos la guerra,
con sus acciones esforzadas y sus abnegaciones sublimes entre companeros
de arm
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