os sentimientos iguales a los suyos!... Le
parecio verse a si mismo cuando se lamentaba a solas en Los Angeles,
despues de la desaparicion de miss Margaret.
La melancolia de Ra-Ra se transmitio a el. La imagen de su novia
americana paso por su recuerdo con tal intensidad, que hasta creyo verla
corporalmente, aspirando su perfume. Pero a continuacion cayo en una
tristeza desesperada al contemplarse en este pais inverosimil, sometido
a una esclavitud ridicula, sujeto a los caprichos de una humanidad
inferior.
Le temblo la mano a causa de tales emociones, y Ra-Ra tuvo que apretar
sus piernas sobre el dedo que le servia de asiento y agarrarse a el para
no caer.
Como Gillespie deseaba olvidar su propia situacion, siguio haciendo
preguntas para conocer toda la historia del pigmeo.
--?Y como ha podido usted seguir vagando por esta tierra sin caer en
manos de sus enemigos?... ?Como logro mantenerse sin trabajar?
Ra-Ra, a pesar de la altura inaccesible en que se hallaba, bajo aun mas
la voz para decir misteriosamente:
--No soy yo el unico que en este pais conoce la verdad. Flimnap le conto
el otro dia, segun creo, que los hombres ya no se muestran tan cobardes
como al principio de la dominacion femenina. Se sublevan contra el
despotismo de las mujeres; quieren una existencia propia; desean "vivir
su vida", como dicen los muchachos mas rebeldes. Hasta hace poco tiempo
esto era un simple anhelo de emancipacion, indeterminado y declamatorio,
que unicamente producia conflictos dentro de las familias. Los
periodicos lo llaman el "varonismo", riendose de el.
Pero yo, en los ultimos anos, he ido de ciudad en ciudad visitando los
clubs de hombres y otras asociaciones secretas del "partido masculista".
En mis conferencias les he hecho conocer el cuaderno que dejo mi padre.
Reproducido por prensas clandestinas circula hoy ocultamente, y es leido
como el libro sagrado del porvenir.
Miles y miles de hombres entusiastas, entre los cuales hay muchos que
son esposas e hijas de altos funcionarios, se han encargado de
mantenerme y ocultarme en mis excursiones de propaganda. Mi deber me
ordena continuar estos viajes, pero los hombres nos dejamos esclavizar
por el amor mucho mas que las hembras, le concedemos mayor importancia,
y yo hago traicion a mi causa para vivir en esta capital, completamente
inactivo durante algunas semanas, con la esperanza de poder hablar a una
mujer.
Como si necesitase buscar una excusa a sus actos, R
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