inuase su historia.
--Con usted, gentleman, me atrevo a hablar de lo que no hablaria con
ninguno de mi especie. Este parecido inexplicable que nos une, a mi tan
pequeno y a usted tan enorme y poderoso, me inspira confianza. Ademas,
?que interes puede tener usted en perderme? Los dos pertenecemos al
mismo sexo; usted es hombre, y no creo que encuentre muy aceptable el
gobierno de las mujeres.
Ya conocera usted mas adelante lo que es ese gobierno. Todas ellas aman
lo nuevo, y como la llegada de usted esta reciente, encuentran todavia
cierto interes a su persona. Pero cuando transcurra algun tiempo, iquien
sabe si su suerte sera peor que la mia!...
A pesar de todo lo que le cuente el bondadoso y entusiasta Flimnap, este
gobierno se muestra cruel con frecuencia, y el pueblo femenil es mas
inconstante que el de los hombres en sus entusiasmos y sus adoraciones.
Yo soy de los pocos que conocen la verdad, y por lo mismo veo la tirania
femenina tal como es.
Se interrumpio un momento para mirar con inquietud en torno de el. No
vio a nadie en la vasta planicie da la mesa; pero, a pesar de esto, le
molestaba tener que expresarse a gritos para que le entendiese el
gigante.
Ninguno de la servidumbre hablaba ingles, pero temio que anduviese por
debajo de la mesa algun universitario vagamente conocedor del idioma y
se apresurase a llevar una delacion al Comite encargado de suprimir
todos los recuerdos del viejo regimen.
El gigante, para tranquilizarle, lo tomo de nuevo sobre la palma de una
mano, subiendolo hasta la altura de sus ojos. Alli, Ra-Ra, a caballo en
un dedo y con las piernas colgantes, pudo continuar su relato.
--Yo supe la verdad sobre los tiempos anteriores al gobierno de las
mujeres por los documentos de mi familia. Mi padre dejo a mi madre un
cuaderno en el que habia descrito como era la vida antes de lo que
llaman la Verdadera Revolucion, y como el mundo, gobernado por los
hombres, resultaba mejor y mas noble que el mundo actual.
El cuaderno estaba redactado en ingles, que era la lengua sabia en los
tiempos de Eulame, la que empleaban sus generales para los estudios
secretos, la que mi abuelo habia ensenado a mi padre y este y mi madre
me ensenaron a mi. Gracias a estar escrito en un idioma sagrado no
pudieron enterarse de su contenido las gentes ordinarias entre las
cuales paso mi padre sus ultimos anos.
Mi madre nunca quiso dejarmelo leer. La pobre adivinaba que su lectura
acabaria con mi tranquil
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