llespie igual al que meses antes vivia en
California, pero grotescamente disfrazado con vestiduras femeniles. El
gigante, despues de contemplar tan maravillosa semejanza, dejo sobre su
mesa la gran rodaja de cristal y puso un gesto severo, como si
pretendiese intimidar al hombrecillo.
--?Se ha fijado usted--le dijo--en la semejanza que existe entre
nosotros dos?
--Si, gentleman; al principio fue para mi un presentimiento mas que una
realidad. Las facciones de usted resultan tan enormes para nuestra
vista, que la tal semejanza parecia diluirse en el espacio, y mis ojos
no llegaban a abarcarla. Pero el doctor Flimnap tuvo la atencion de
prestarme una manana la lente que usa, y pude apreciar el rostro de
usted como si fuese el de un hombre de mi especie. Le confieso que
nuestro parecido me causo un asombro igual al que usted muestra ahora.
Gillespie, que despues de su primera extraneza empezaba a sentirse algo
ofendido por el hecho de que este animalejo humano se atreviese a
parecerse a el, dijo con brusquedad:
--?Quien es usted?... ?Como se llama?...
--Mi nombre es Ra-Ra, y en cuanto a familia, tuve una en otro tiempo y
fue de las mas ilustres de este pais; pero ahora me conviene no
acordarme de ella.
Hubo tal expresion de melancolia en la voz del pigmeo al decir esto, que
Gillespie no se atrevio a insistir acerca de su familia, y dio otro
curso a su curiosidad.
--?Como sabe usted el ingles? ?Se lo ha ensenado el profesor Flimnap?
--No; me lo enseno mi madre, que lo hablaba tan bien como el doctor. En
mi familia era tradicional el conocimiento de esta lengua. El profesor
Flimnap se interesa por mi porque conocio a mi madre y a otros de mi
casa. Pero como el hecho de haber sido amigo de los mios casi representa
un delito, el doctor me protege ocultamente y nunca habla de mis padres.
Callo un instante, como si las tristezas de su vida anterior le
impusieran silencio. Pero vio tal curiosidad en las pupilas del coloso,
que al fin siguio hablando.
--Yo vivia oculto: mi existencia era azarosa; de un momento a otro iba a
caer en manos de los enemigos implacables de mi familia, y en tal
situacion llego usted a este pais. El profesor Flimnap se ha convertido,
desde entonces, en un personaje que puede emplear a mucha gente en el
servicio del Gentleman-Montana, y me llamo, dandome la direccion de los
hombres encargados del lecho y la despensa de usted. En este edificio,
que solo depende del profesor y del Comit
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