ion.
De todos los que visitaban por la noche a la marquesa de Torrebianca,
el mas tranquilo en apariencia era Moreno. Como sus trabajos
administrativos solo le ocupaban verdaderamente una vez por semana,
pasaba el resto de ella leyendo en la casita de madera donde tenia su
oficina. Era un lector avido e incansable, capaz de tragarse una
novela cada veinticuatro horas, y a veces dos. Su aficion a los
relatos novelescos de todas clases era antigua; pero se habia
exacerbado en la Presa a causa de las largas horas de soledad. Todos
se iban a trabajar en las inmediaciones del pueblo, dejandolo solo en
su rustico despacho.
Despues de la llegada de los marqueses de Torrebianca sus
predilecciones literarias, indeterminadas hasta entonces, se
concretaron en pro de las fabulas que se desarrollan en un ambiente
aristocratico, teniendo por heroes a personajes del llamado gran
mundo.
El podia juzgar ahora idoneamente de la verosimilitud de tales
historias, pues se rozaba con personas de la mas alta sociedad de
Paris.
Algunas veces cesaba de leer y ponia su mirada en el techo con una
expresion de extasis. El deseo parecia cantar dentro de su craneo:
"iSer heroe de novela!... iVerse amado por una gran senora!"
Una tarde, cuando menos lo esperaba, Moreno vio llegar frente a su
casa al ingeniero Canterac montado a caballo. A tales horas estaba
siempre vigilando las obras del dique. Algo muy importante debia
ocurrir para que el capitan viniera a buscarle.
Se acerco el jinete a la ventana junto a la cual leia el oficinista y
dio la mano a este inclinandose sobre su montura. Teniendo por
inutiles los preambulos, dijo inmediatamente, con una sequedad
militar:
-He venido a verle cuanto antes para que pueda aprovechar el correo de
hoy... Quiero hacer un obsequio a la marquesa. La pobre carece de todo
en este desierto, y como usted recordara, nos hablo hace poco de lo
que sufre por no tener aqui perfumeria de Paris.
El ingeniero saco de un bolsillo varios papeles para darselos a
Moreno.
--Es un extracto de todos los catalogos de Buenos Aires que ha podido
proporcionarme el gallego del boliche. Por cierto que tardo mucho en
encontrarlos. Debia habermelos entregado hace tres dias, para que
usted aprovechase el otro tren... Pero, en fin, vamos a lo que
importa. Como usted tiene tantas amistades en Buenos Aires, escriba
alla para que envien todo eso, y descuenteme su importe de mi sueldo
de este mes.
Moreno tomo los pap
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