hanti_. Asi se llamaba tambien mi padre. Haz el favor de decir
a mi hija que venga.
Llame, y se presento la muchacha rubia, imi prima! Tenia los cabellos
despeinados por el viento, la ropa mojada por la lluvia; en sus ojos se
leia una decision hurana y melancolica, que me sorprendio.
--Ven, Mary--dijo el viejo capitan--. Da la mano a este caballero. Es
primo hermano tuyo. Sera para ti un amigo, un defensor cuando yo falte.
La muchacha sollozo al oir esto.
--Dale la mano--siguio diciendo mi tio--; tiene la cara franca, y aunque
no le conozco apenas, creo que puedes fiarte de el.
--Si, yo tambien lo creo--dije yo.
La muchacha miraba a su padre y me miraba a mi con honda amargura.
Alargo su mano, pequena y callosa, que estreche un momento en la mia.
--Bueno--murmuro el viejo--, no quiero retenerte mas, Shanti.
iAdios!--y me tendio los brazos y me estrecho en ellos debilmente. Sali
del cuarto y baje con Mary al raso del caserio.
--Si puedo servir a usted en algo, digamelo usted--adverti a mi prima.
--Hoy no necesito nada. Cuando necesite....
--Entonces, hableme usted sin ningun reparo.
--Asi lo hare. iMuchas gracias!
--Adios, Mary.
--Adios.
En la puerta de la tapia me esperaba Allen con el caballo. Lo sostuvo de
la brida para que yo pudiese montar, y me dijo:
--No necesitara usted guia, ?eh?
--No.
--El caballo sabe el camino; le dejara a usted en la herreria de
Aspillaga.
--Muy bien.
La noche habia aclarado; la luna, en creciente, aparecia envuelta en
nubes, y su luz alumbraba con vaguedad el mar. El viento bramaba
furioso. Circulos de espuma fosforescente brillaban sobre las olas.
Como me habia dicho Allen, el caballo sabia el camino y tuve que
refrenarlo para que no partiera al galope. Llegue rapidamente a la
herreria, y de alli, a pie, volvi a mi casa.
No sabia que decir a mi madre; quiza le iba a producir una gran emocion
hablandole de que su hermano vivia a poca distandia de ella, enfermo,
casi moribundo.
Cuando entre en mi cuarto, mi madre, aun despierta, me pregunto desde la
cama:
--?Te ha ocurrido algo?
--No, nada.
--?Te has mojado?
--No.
--?Pasa algo importante?
--No; manana te to dire.
Guarde en el cajon de la mesa, bajo llave, la carta que me habia dado mi
tio para Machin; luego me acoste; pero por mas que quise dormir, no pude
conseguirlo.
Al dia siguiente conte a mi madre la escena de la noche anterior en
Bisusalde, y no se si dudo de la v
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