rubio, de fuego, y la expresion entre asustada y salvaje.
En las paredes del cuartucho habia unos mapas, un barometro, un reloj de
barco y una brujula; se notaba que era la casa de un marino.
Afuera, el viento silbaba con furia, haciendo retemblar puertas y
ventanas.
El capitan, despues de tomar el cafe, parecio reanimarse; me miro con
atencion, espero a que su hija saliera y me dijo rapidamente:
--Yo soy Juan de Aguirre, el marino, el hermano de su madre de usted, el
que desaparecio.
--iUsted es Juan de Aguirre!
--Si.
--?Mi tio?
--El mismo.
--iY por que no habermelo dicho antes!
El viejo me miro con cierta sorpresa. Sin duda no esperaba mi pregunta,
ni mi rapido asentimiento a sus palabras. Luego, dijo:
--Crei que tu madre y tu me hubierais considerado como un impostor....
Mi estado civil no esta claro, no podria facilmente identificar mi
personalidad.
--?Y que?
--Se hubiera averiguado de donde venia y tu madre hubiera tenido un
disgusto.... Tu abuela sabia que yo estaba aqui.
--Yo tambien sospechaba que usted vivia.
--?Si?
--Si. Un tal Iriberri, capitan de barco, me dijo donde debia usted de
estar.
--Iriberri, Francisco Iriberri, que mandaba el _Fenix_, un barco
negrero.... Si, lo recuerdo.... Dejemos eso, si quieres.... He sido un
hombre desgraciado, no criminal; puedes creerlo. Ligero, imprudente,
violento; pero no malo. Antes de que se me nuble la inteligencia por
completo, tengo que hacerte dos encargos: uno, que entregues este sobre
a Juan Machin, el minero. Entregaselo un ano despues de mi muerte, o
antes, si las circunstancias te obligan a abandonar Luzaro. El otro
encargo es que protejas en lo que puedas a mi hija, que va a quedar
desamparada. ?Has comprendido?
--Si.
--?Tienes inconveniente en jurar que cumpliras mis encargos?
--Ninguno.
--Pues bien. ?Juras que reconoceras como pariente a mi hija Maria de
Aguirre, siempre, digan lo que digan, y que la favoreceras con todos tus
medios?
--Si, lo juro.
--?Juras que entregaras esta carta a Juan Machin, el minero, dentro de
un ano o antes si las circunstancias te obligan a abandonar Luzaro?
--Lo juro.
--iOh, gracias; gracias! iNo es que pudiera dudar de una simple promesa
tuya, pero asi estoy mas tranquilo. Toma el sobre. Guardalo.
Yo guarde el sobre en el bolsillo interior de la americana.
--?Quiere usted algo mas?--le pregunte.
--No, nada mas. ?Como te llamas, sobrino?
--Santiago.
--iAh! _S
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