nalando el frac de
Pirovani:
--iY para ese gran negocio emprendio su viaje con tanto misterio!...
El espanol se alejo de el para hablar con Watson. Este parecia
aturdido aun por la entrada teatral del italiano, y le admiraba
conteniendo su risa.
--Despues del _smoking_, el frac--murmuro Robledo--. El Carnaval se
extiende por el desierto, y esta mujer va a volvernos locos a todos.
Miro el traje del norteamericano, que era igual al suyo: un traje de
campo, util para los trabajos al aire libre, e hizo una comparacion
muda con el aspecto que presentaban los demas.
Luego penso:
"iQue perturbacion una hembra como esta cayendo entre hombres que
viven solos y trabajan!... Y aun ocurriran tal vez cosas peores.
iQuien sabe si acabaremos matandonos por su culpa!... iQuien sabe si
esta Elena sera igual a la Elena de Troya!..."
* * * * *
#VII#
--?Otro matecito, comisario?
Don Carlos Rojas estaba en la habitacion principal de su estancia,
sentado a la mesa con don Roque, el comisario de Policia del pueblo.
Una muchachita mestiza se mantenia erguida junto a ellos, mirandolos
con sus ojos oblicuos, en espera de ordenes.
Los dos tenian en su diestra la calabacita llena de mate, y chupaban
el liquido oloroso con un canuto de plata llamado "bombilla". Apenas
se daba cuenta la mestiza por el burbujeo de los canutos de que
escaseaba el liquido, corria a un fogon inmediato, trayendo la
"Paris", tetera de agua hirviente, para llenar a chorro las dos
calabacitas repletas de hierba mate.
Hablaban lentamente, interrumpiendo sus palabras para chupar. Rojas
hacia esfuerzos por contener su colera. El dia anterior le habian
robado un novillo, y el atribuia esta mala hazana a Manos Duras,
ganoso de apropiarse los animales ajenos para venderlos en la Presa.
Este robo le perjudicaba doblemente, pues ademas de ganadero era
abastecedor de carne del pueblo, considerando dicha venta como uno de
los mejores rendimientos de su estancia.
Al presentarse el comisario, llamado por el para que conociese el
robo, habia vuelto a recontar sus novillos. Era indudable que le
faltaba uno. Y se enardecia al hablar con don Roque, lamentandose de
la audacia de Manos Duras y afirmando que en Rio Negro no habia
justicia.
--Tres veces lo he enviado preso a la capital del territorio--dijo el
comisario con desaliento--, y siempre vuelve libre, por falta de
pruebas. ?Que podemos hacer nosotros?... Nadie qu
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