otros tiempos.
Agradecida la Torrebianca a este homenaje, volvio la espalda a Moreno
y ofrecio una silla al recien llegado, junto a ella. Toda la noche
hablo preferentemente con el frances, mientras Pirovani permanecia en
un rincon, no ocultando su colera, y mostrandose al mismo tiempo
anonadado por la elegancia de Canterac.
Transcurrieron cuatro noches sin que el contratista se presentase en
la casa. Despues de la primera, Moreno se sintio interesado por tal
ausencia, y fue al domicilio de Pirovani para hacer averiguaciones.
Por la noche dio la noticia a Robledo:
--Tomo el tren para Bahia Blanca sin avisar a nadie. Debe traer entre
manos algun negocio gordo.
Y continuaron las tertulias sin otra novedad. El frances, siempre
vestido de _smoking_, era el preferido por Elena en sus
conversaciones. Moreno, al llegar la noche, se ponia el chaque, sin
otro resultado que dialogar con Torrebianca. Este acabo por salir una
noche de su cuarto vestido tambien de _smoking_, y al hacer Robledo
gestos de extraneza, se excuso senalando a su esposa.
Cuando en la quinta noche entro Moreno, se apresuro a hablar.
--iGran noticia! Pirovani ha vuelto al anochecer. Creo que le veremos
aqui de un momento a otro.
Como el contratista era la novedad de esta velada, todos esperaron su
aparicion.
Al abrir la puerta quedo inmovil en el quicio unos momentos--lo mismo
que habia hecho el otro--, para darse cuenta del efecto producido por
su llegada. Iba vestido de frac; pero un frac extraordinario y
deslumbrante, cuyas solapas estaban forradas con seda labrada de
gruesas y tortuosas venas, iguales a las de la madera, y llevaba,
ademas, un chaleco blanco ricamente bordado. En una solapa lucia una
gardenia. Sobre la pechera ostentaba una perla enorme, ademas de la
ancha cinta sostenedora de un monoculo inutil.
Su aspecto era solemne y magnifico, como el de un director de circo o
un prestidigitador celebre. Hacia esfuerzos por mantenerse sereno y
que nadie adivinase su emocion. Saludo a los hombres con varonil
altivez y se inclino ante la "senora marquesa", besandole una mano.
Los ojos de ella brillaron con una sorpresa ironica. Todo lo de
Pirovani la hacia sonreir. Pero acabo por agradecer esta
transformacion realizada en su honor, y acogio al contratista con
grandes muestras de afecto, haciendole sentar a su lado.
Canterac se aparto, visiblemente ofendido por esta predileccion.
Moreno hablaba a Robledo como escandalizado, se
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