trasconejada en las ventas y
subastas, pagares a algunos arrojados usureros sobre la herencia de un
tio viejo y enfermo reconociendo tres veces la cantidad recibida, joyas
que su hermana le regalaba no pudiendo regalarle dinero, cuentas
exorbitantes con el importador de coches y caballos, con el sastre, con
el perfumista, con Lhardy, con el conserje del club, con todo el mundo.
Parecia imposible que un hombre pudiera vivir tranquilo en tal estado de
trampas y enredos. Sin embargo, nuestro gallardo joven vivia con la
misma admirable serenidad de espiritu e identica alegria de corazon, y
como el otros muchos de sus amigos y consocios segun tendremos ocasion
de ver, tan arruinados aunque no tan gallardos.
--Te preparo una sorpresa--dijo Clementina concluyendo de ponerse el
sombrero y arreglarse el cabello frente al espejo.
El bello gomoso olfateo el aire como un perro que recibe vientos y se
acerco a la dama.
--Si es agradable, veamos.
--Y si es desagradable lo mismo, groserazo. Todo lo que proceda de mi
debe serte agradable.
--Convenido, convenido. Veamos--repuso disimulando mal su afan.
--Bueno, traeme aquel manguito.
Castro se apresuro a obedecer el mandato. Clementina, cuando lo tuvo
entre las manos se sento con afectada calma en el divan, y agitandolo
luego en el aire exclamo:
--?A que no adivinas lo que contiene este manguito?
--Sus ojos resplandecian de alegria y orgullo al mismo tiempo. Los de
Castro chispearon de anhelo. Sus mejillas se colorearon y respondio con
voz alterada entre dudando y afirmando:
--Quince mil pesetas.
La expresion alegre y triunfal del rostro de la dama se troco
instantaneamente en otra de colera y despecho.
--iQuita!, iquita alla, puerco!--exclamo furiosa dandole un fuerte golpe
en la cara con el lujoso manguito--. No piensas mas que en el dinero....
No tienes ni pizca de delicadeza.
--iYo pensaba!...
Tambien hubo cambio de decoracion en la fisonomia de Castro. Se puso mas
triste que la noche.
--En la guita, si; ya acabo de decirtelo.... Pues no, senor; aqui no
viene nada de eso. Solo hay un alfilerito de corbata que yo itonta de
mi! he comprado al pasar, en casa de Marabini, como una prueba de que te
tengo siempre en el pensamiento.
--Y yo te lo agradezco en el alma, pichona--manifesto el joven haciendo
un esfuerzo supremo sobre si mismo para vencer el repentino abatimiento
y resultando de el una sonrisa forzada y amarga--. ?Por que te disparas
de ese
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