ubes que cubrian la frente de Clementina.
Mostrose locuaz y risuena. Fue prodiga de caricias con su amante en la
hora que con el estuvo. Quedo bien compensado de los alfilerazos que de
ella habia recibido al principio de la entrevista, gozando de toda la
dicha que una mujer hermosa y enamorada puede proporcionar cuando la
soledad y la ocasion convidan.
La noche habia cerrado ya, tiempo hacia. El joven encendio las dos
lamparas de la chimenea sin llamar al criado, que era su unico servidor
y el unico ser viviente asimismo que habitaba con el en aquel cuarto.
Pepe Castro era hijo de una ilustre familia de Aragon. Su hermano mayor
llevaba un titulo conocido y tenia una hermana ademas casada con otro
titulo. Se habia educado en Madrid. A los veinte anos quedo huerfano.
Vivio con su hermano primogenito una temporada. No tardaron en renir
porque este, que era economico hasta la avaricia, no podia sufrir con
paciencia su despilfarro. Trasladose entonces a casa de su hermana; pero
a los pocos meses, existiendo incompatibilidad de caracteres entre el y
su cunado, chocaron de modo tan violento, que se contaba en el club y en
los salones de la corte que se habian abofeteado y aporreado bravamente.
No llego a efectuarse un duelo entre ambos por la intervencion de
algunos respetables miembros de la familia. Despues de vivir en fonda un
poco de tiempo, decidiose a poner casa. Tomo un criado, se hizo traer el
almuerzo de un restaurante y comia cuando en Lhardy, cuando, en casa de
alguno de sus muchos amigos. Su cuadra la tenia muy cerca, en la calle
de las Urosas, y no estaba mal provista: dos jacas de silla, inglesa y
cruzada, un tiro extranjero y otro espanol, berlina, _charrette, milord,
break_. Era un chorro por donde se escapaba rapidamente su hacienda,
aunque no el mas copioso. La mayor parte la habia dejado sobre el tapete
de la mesa de juego del club, y una porcion, no insignificante por
cierto, entre las unas de algunas lindisimas chulas transformadas por el
de la noche a la manana en esplendidas y llamativas cortesanas. Esto
ultimo lo negaba con arrogancia pensando que su gloria de seductor podia
con ello menoscabarse; pero no importa: es exacto como todo lo que aqui
se puntualiza.
Quiere decir esto que Pepe Castro se hallaba arruinado a la hora
presente. A pesar de lo cual, seguia viviendo con, la misma comodidad y
aparato que antes. Su trabajo y sus vueltas le costaba. Emprestitos a su
hermano hipotecandole alguna finca
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