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El recuerdo de su joven y amable amiga le fortalecia; y a la manera de aquellos caballeros antiguos, que invocaban el auxilio soberano de su dama antes de entrar en combate, procuro evocar todas las imagenes de gloria y felicidad que le habian dado estimulo. Ensanchado el pecho con esto, subio a la tribuna. Desde arriba miro aquella multitud de cabezas apinadas, y recibio de un golpe las miradas curiosas de tantos ojos. Aquello le parecio un abismo. Su rostro, encendido por la turbacion, se puso bruscamente muy palido. Hubiera querido hablar con los ojos cerrados. Aquellos diputados, aquellos escritores, aquellos politicos eminentes que veia en torno suyo, le daban miedo. Pero el tenia mucho corazon, y logro dominarse un poco. ?Pero como iba a empezar? ?Que iba a decir? En un supremo esfuerzo de inteligencia recogio sus ideas, formulo mentalmente una oracion, miro al auditorio... El auditorio le miro a el, y observo que estaba palido como un cadaver. Lazaro tosio; el auditorio tosio tambien. La primera palabra se hacia esperar mucho; por fin el orador tomo aliento, y desafiando aquel abismo de curiosidad que se abria ante el, comenzo a hablar. CAPITULO X #La primera batalla#. Lazaro era un poco retorico en la augusta catedra del club democratico de Zaragoza. Parece que alli tenian buena acogida ciertas formulas del decir que nuestro joven habia aprendido con su maestro de Humanidades de Tudela, varon docto de la escuela pura de Luzan. El joven tenia, sin embargo, el instinto de la elocuencia tribunicia, seca, rotunda, incisiva, desnuda. La _Fontana_, por desgracia en aquella ocasion, era enemiga declarada de la retorica, y mas enemiga aun de las frases hechas, de los lugares comunes y de esos preambulos oficiosos, neciamente corteses y en extremo fastidiosos de la oratoria academica. Lazaro tuvo la mala tentacion (porque tentacion del demonio fue sin duda) de empezar con aquella de _su pequenez en presencia de tantos grandes hombres_, y lo _escogido e ilustrado del auditorio_, siguiendo despues lo de su _confusion_ y su _necesidad de indulgencia_, sus _escasas fuerzas_, etc., etc. El exordio fue largo: otra desventura. Algunas voces dijeron: "Al grano, al grano." Pero a Lazaro le fue un poco dificil dar con el grano, lo cual no es de extranar, porque no estaba preparado, ni habia vuelto aun de la sorpresa. En vano hizo una sinecdoque de las mas expresivas; en vano quiso dominar al publico con
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