saba muchas noches llorando, y que en aquel asunto
intervinieron el fraile y el Marques. El teniente fue mandado al Peru, y
no se supo nada mas de el.
Es imposible expresar lo que sufrio la pobre alma de la joven Porreno
con el terrible golpe del rompimiento de la boda. Ella esperaba no se
que de aquel enlace. iMisterios femeninos! Lloro por el teniente y rabio
por el Duquesito. Desde aquellos dias principio a advertirse en ella la
modificacion que la llevo al estado en que la conocemos. La displicencia
atrabiliaria, el desden amargo, la impasibilidad indiferente aparecieron
entonces, y se apoderaron por ultimo, de su espiritu por completo. Llego
con los anos a ser la persona mas desapacible y de trato mas fastidioso
que pudiera concebirse, ella que habia tenido un caracter tan flexible,
un trato tan amable, una manera de insinuarse tan suave y halagueena.
No asi dona Paulita, que siempre habia encontrado consuelos en la
religion. Desde nina habia sido reputada como un angel; no hacia mas que
rezar y cantar a estilo de coro, remedando lo que oia en las Carboneras.
Los domingos decia misa en un pequeno altar, que ella misma habia
formado, y tambien predicaba desde lo alto de una mesa con gran regodeo
de toda la servidumbre, que acudia para oirla desde los cuatro polos de
la casa. Ya mas grandecita, manifestaba un vehemente horror a los saraos
y a los teatros; lo unico que pudo agradarla un poco fue una funcion de
toros, a que la llevo su padre, gran aficionado. Solamente iba dona
Paulita al teatro cuando se representaba algun auto en la Cruz por
fiestas de Corpus, pero siempre iba con permiso de su confesor.
Entrada en los diez y ocho anos, oyo con horror las proposiciones del
decimoquinto Porreno, su tio, para que se casara.
--Yo--dijo,--o sere hija de Jesucristo, o vivire en mi casa, ausente del
mundo, buscando en ella un baluarte contra el demonio.
--Bien, hija mia: si es este tu gusto--dijo el tio,--sea. Crecio con los
anos su devocion, pero no hipocrita, sino devocion verdadera, legitimo
fervor cristiano. Tenia grandes visiones, y en llegando la Cuaresma se
disciplinaba, y decian los criados que en las altas horas de la noche
sentian los azotes que se daba. En la epoca de la decadencia, cuando
vivian en la calle de Belen, visitaba todos los dias a las vecinas
monjas de Gongora, conversando con ellas largas horas. Con ellas
consultaba sus visiones y contravisiones, relatando sus deliquios y
arrebatos de amor
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