de la sociedad y del buen nombre del partido, algunos
oradores denunciaban _a los infames que, disfrazados con el nombre de
liberales, iban a corromper a aquella asamblea, a hacer vergonzosos
tratos en nombre del Rey, a comprar la elocuencia exaltada y a promover
alborotos que no tenian otro objeto que desprestigiar el liberalismo y
dar armas a la reaccion._
--iLobos--decia el orador--disfrazados de cordero, que vienen aqui
fingiendo un amor a la libertad que no tienen! iOfrecen oro a los
oradores en pago de un discurso que exalte los animos de la multitud
ignorante!
--Si: esos infames--decia otro orador--son los que preparan las asonadas
y los que apedrean las casas de los Ministros. El objeto de esta
asociacion es sostener una catedra permanente de las buenas ideas,
dirigir los sufragios; pero nunca patrocinar el libertinaje, ni el
escandalo, ni la anarquia.
--No--grito otro orador, en quien se fijaban las miradas de todos, y que
se levanto lleno de ira a protestar contra las palabras anteriores.--No:
aqui no hay traidores. Los que tal hacen no pertenecen a la raza de los
humanos: no creo en ellos, y si los hay, que se digan sus nombres.
Sepamos quienes son; conozcamonos.
--iQue se digan los nombres!--repitieron cien voces.
--Es preciso--decia el primer orador--purificar esta noble asamblea.
Merced a los infames que la han corrompido, corren por la corte
injuriosas calificaciones de nosotros y de nuestro club. iQue esos
infames salgan de aqui!
--iQue se digan sus nombres!--respondio la multitud con un rugido.
--No--decia otro:--esa especie de hombres no existe.
--Si existe--exclamo exasperado el primero.--Frecuentan este sitio
personas que vienen a pagar con el oro del rey el frenesi oratorio que
enloquece al pueblo.
--iQuien! iQuien!
--?Quien de nosotros--continuo el orador--no conoce al llamado Coletilla?
Es un realista fanatico, un malvado agente de la _casa grande_. ?No le
conoceis? Este hombre es una culebra que se desliza entre nosotros para
corromper a los oradores jovenes. Yo se que muchos han recibido dinero
en cambio de discursos muy calurosos. Las asonadas absurdas que vemos
todos los dias, ?a que se deben? No lo dudeis: iabrid los ojos, ciegos!
Se deben al oro de Fernando de Borbon, al oro repartido por ese hombre
insidioso, por ese Coletilla.
--?Quienes son los venales? Sepamoslo.
--Desconfiad de los autores de asonadas.
--Ese es algun amigo del Gobierno--exclamo senalando a
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